Los manifestantes prodemocracia de Hong Kong lograron un hito: convocar una huelga general, la primera en los últimos 50 años. Después de nueve semanas de protestas y manifestaciones contra el régimen chino, al que acusan de querer limitar la autonomía y las libertades de la ciudad. Los manifestantes no lograron paralizar por completo la ciudad, pero sí ralentizaron su funcionamiento, un logro para mantener un pulso con las autoridades de Pekín. Las protestas que empezaron por la ley de extradición de la Región Administrativa, ya retirada por la presión popular, se han convertido en una expresión del temor de las capas más jóvenes de la población de Hong Kong de perder derechos y libertades. Son unas protestas que ponen de manifiesto las contradicciones del modelo Un país, dos sistemas, que se puso en marcha en 1997 tras la devolución de la ciudad a soberanía china después de haber sido una colonia británica durante 155 años. Este carácter especial es la clave de su bienestar económico, ya que se rige por un sistema de derechos y libertades democráticos en el que las multinacionales se sienten seguras y sirve como puerta de entrada al mercado chino. Pero políticamente, la tendencia de las autoridades es limitar los derechos y libertades. El momento geopolítico obliga a extremar la prudencia. En plena guerra comercial con EEUU, y con la administración Trump coqueteando con Taiwan, Pekín no puede permitirse un foco de inestabilidad que cuestione su soberanía sobre Hong Kong.