Las cosas comienzan a ponerse complicadas en la ensoñación del sanchismo en el acuerdo del PSOE junto a Unidas Podemos sin depender de los separatistas.

La fotografía del PSOE con el partido que lidera un preso por sedición en la misma mesa negociadora tiene muchos calificativos. La sentencia del procès es el mejor argumento en contra, sin que la bilis atente contra el ius.

El tiempo corre en contra de Sánchez y el callejón cada vez comienza a estrecharse. Esquerra Republicana se mantiene en su no pese al Black Friday que ofertan los socialistas catalanes de Miquel Iceta.

El desbloqueo necesario --y necesitado- se percibe en el otro lado del tablero. La propuesta de Inés Arrimadas, en su obligado liderazgo, por aunar al PSOE con el PP y Ciudadanos, es una propuesta cabal alejada de fórmulas complejas.

O más aún, el desfile de los 130 diputados que agrupan PSOE y Ciudadanos con la abstención técnica del PP de Pablo Casado. El posible Gobierno que ya firmó Sánchez con el desaparecido Rivera, suma ahora los mismos diputados que los explorados entonces.

En una visión de Estado es la fórmula más lógica. Supone el rearme de Ciudadanos en su tránsito a la centralidad que nunca debió perder sin alterar el importante peso del PSOE como principal socio del Gobierno. Y se consigue el aislamiento de todos los frentismos latentes en el Congreso de los Diputados. Es una opción viable en una España cada vez más estridente.

Para el PSOE de Pedro Sánchez, el coste de gobernar con los separatistas sería un continuo goteo de votos huidizos del centroizquierda que mantiene el pilar de la socialdemocracia intacto con la defensa de la Constitución.

Ni PSOE ni Partido Popular aspiran a gobernar conjuntamente, ni se mantiene como factible la abstención técnica de los populares. En ese supuesto, el trailer extremo, negacionista y frentista de Vox no tendría oposición. El límite de ser la tercera fuerza sería ridículo.

¿Qué relato defendería ERC en Cataluña ante los suyos sin ser catalogados como botilfers por apoyar al PSOE?

El único objetivo de Rufián y los suyos es orillar a Junts per Catalunya para conquistar la posible cima del Govern sin desgaste.

Los 130 diputados que pueden urdir tanto PSOE como Ciudadanos potenciarían el centro sociológico con la abstención del PP de Pablo Casado. Es la razón más plausible, cabal y táctica en un país que necesita moderación.