Que Agapito Iglesias, que lleva toda la temporada desaparecido, irrumpa en el Real Zaragoza ahora para criticar a los gestores que él ha colocado --García Pitarch a la cabeza-- y para defender a un jugador, Movilla, que el club ha despedido, es surrealista. Pero puede significar algo más. Al desmarcarse el propietario del director general, ¿le estaría diciendo que este será el próximo despedido y que de venderle sus acciones nada? Agapito ha utilizado a los ejecutivos que contrato para hacer el trabajo sucio y ahora, solo quiere esperar. Un capítulo más en este proceso de descomposición zaragocista.