El ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, manifestó ayer que el contenido de la entrevista entre George Bush y José María Aznar no debió de afectar a España, porque de ser así el expresidente habría informado al Gobierno por "responsabilidad". Eliminada la ironía del razonamiento, queda evidente que Aznar se prestó al encuentro del martes para desairar a José Luis Rodríguez Zapatero y que, al no informar de la reunión, demostró una deslealtad impropia de un estadista.

Cabe preguntarse cuál sería la actitud de los populares si EEUU pasara del desplante a la represalia. La respuesta debe darla Mariano Rajoy, quien ofreció un pacto de Estado en política exterior. Pero Aznar se reserva la última palabra, con un protagonismo que choca con su anuncio de dejar la política. Ha valorado que los votantes de EEUU han renovado su confianza en los impulsores de la guerra de Irak, pero ha olvidado que los españoles hicieron lo contrario. Con su mayor lealtad a Bush que respeto a la voluntad popular intenta deslegitimar la democracia española. Y cuanto más siga así, cuanto más se interponga entre Zapatero y Bush, más contribuirá a que el antiamericanismo crezca en España.