La fuga de empresas se ha convertido en una pesadilla para las instituciones públicas y los trabajadores de Europa Occidental. Las multinacionales traen y llevan sus factorías a la búsqueda de escenarios lejanos donde la mano de obra es más barata, los gastos sociales mucho más bajos y las cauciones medioambientales casi inexistentes. ¿Cómo reaccionar ante tal fenómeno?

No es fácil crear protocolos destinados a evitar que las fábricas cierren y emigren hacia el Este o el Hemisferio Sur. En todo caso, son perfectamente válidas las fórmulas planteadas el lunes por el consejero de Economía, Eduardo Bandrés, en la clausura de las jornadas sobre Alternativas a la Deslocalización organizadas por la Cámara de Comercio e Industria. Bandrés rechazó que la solución pase por intentar retener o atraer industrias bajando los costes de producción (salarios), reduciendo las prestaciones sociales o sacrificando el medio ambiente. Por el contrario la única salida razonable es buscar a medio plazo fórmulas de competitividad activa apoyadas en la innovación, la formación, la diversificación y el desarrollo in situ de nuevas empresas ligadas a sociedades de capital riesgo que movilicen los recursos regionales. Contra la deslocalización, iniciativa.