Con inmisericorde perseverancia y un notable sadismo, quienes elevaron a los altares al mediocre Mariano Rajoy se apresuran hoy a desmontarle pieza por pieza. El otrora gran líder conservador, hombre de Estado, parlamentario elocuentísimo, maestro de la ironía y extraordinario administrador de los tiempos, se ha transmutado en un socialdemócrata sin ideología, un vago, un productor de perogrulladas, un blando y un tipo capaz de pactar bajo cuerda cualquiera sabe qué oscuros objetivos. Vaya país de falsos que es este. La mayoría de los analistas, tertulianos y creadores de opinión escorados a la derecha glosan hoy con halagos increíbles a Pablo Casado, tras retirarle previamente al pobre Mariano (y no digamos a su niña, Soraya) los parabienes que les venían dedicando hasta anteayer. Veletas.

Bueno... Este tipo de giros de ciento ochenta grados suele ser habitual. Reparen en cómo los independentistas catalanes, euroescépticos en su momento y muy críticos con Bruselas (en tanto que capital administrativa de la UE), están ahora entusiasmados con el Viejo Continente y sus escrúpulos democráticos y sus sutiliezas jurídicas. Torra apareció ayer luciendo una chapa con la efigie ¡de Churchill!, sin reparar quizás (el president no hila muy fino que digamos) en que el viejo bull dog británico fue siempre un colonialista y un imperialista de lo más cabrón.

En cambio, los megaespañolistas que celebraron con muchos jajajás y gozosas predicciones la detención de Puigdemont en Alemania (¡ya veras, ya!, decían) reniegan ahora de todo lo germano, y su europeismo se ha trocado en llamamientos a renegar a los acuerdos de Schengen.

¿Y lo de la posible modificación del Código Penal para delimitar mejor el tema de las agresiones sexuales? Al hilo de ese debate, personas muy de orden, que se la cogían con papel de fumar y alababan un puritanismo (católico, se comprende) absoluto, ahora proponen el amor libre y un cachondeo (heteronormativo, ojo) que va desde el aquí te pillo aquí te mato a las orgías más despendoladas. Alucinante, oye.