Seis veteranos miembros de ETA, con condenas que suman 6.000 años de cárcel, han abogado por el abandono de la violencia en una carta enviada a la cúpula de la organización terrorista. Los presos etarras siguen sin admitir el daño que han hecho a la sociedad vasca y española, y se limitan a reconocer que hoy en día la "lucha armada ... no sirve". Pero no por eso deja de ser enormemente significativa su desmoralización. Es verdad, como admiten los reclusos, que ETA nunca había estado "tan mal": con el brazo político ilegalizado, las bases sociales reacias a la violencia, la cúpula desmantelada y los comandos arrinconados en la impotencia; ahora es el histórico frente carcelario el que da señales de claudicación.

Aunque incluso una ETA residual puede mantener capacidad de matar, la estrategia de aislamiento político y persecución policial en todos los frentes, encabezada por el PP y el PSOE, está consiguiendo sus objetivos. Y, también, curiosamente, la del PNV de aproximación a las bases electorales de Batasuna. Se acerca el momento de revisar planteamientos para que todas las fuerzas democráticas fijen una estrategia general sobre Euskadi en la que la desaparición de ETA empiece a ser una hipótesis real.