La terminología que hasta ahora permitía describir la realidad política, económica y social ya no sirve. En muy poco tiempo, los clichés de la Edad Contemporánea han dejado de ser útiles. Fascismo, comunismo, populismo, golpe de estado, revolución… usamos las palabras asumiendo que ahora solo definen los fenómenos por aproximación. A mí, por ejemplo, siempre me ha gustado llamar gentes de orden a los conservadores. Pero las nuevas versiones de lo que podríamos denominar pensamiento de derechas predican más bien el desorden. Con método, con organización, cierto... Pero caos y abandono de todo lo que ellos llaman «la dictadura de lo políticamente correcto», o sea la hegemonía aceptada de las normas, los protocolos, la justicia, los derechos universales y la democracia. Bannon, el gurú que ha traído el trumpismo a Europa, se define a sí mismo como un revolucionario y su mensaje (que él llama, sin complejos, populista) invita a romper la UE en mil pedazos para regresar a la época de las naciones enfrentadas entre sí; además, por supuesto, de poner fin al Estado del Bienestar, que considera una antigualla.

¿Orden? ¡Ja! Sálvese quien pueda. Ruptura de los acuerdos. Desprecio por las reglas. Estado mínimo. Darwin y Hobbes como filósofos de cabecera (incluso entre quienes rechazan el evolucionismo por motivos religiosos). La UE debe desaparecer (los nacionalpopulistas de extrema derecha ya se relamen imaginando futuros éxitos en las próximas elecciones europeas). La ONU es un organismo contraproducente. Las agencias internacionales no sirven porque están empapadas de buenismo... Por eso, ahí está Trump, eufórico, acordando con Netanyahu la incorporación a Israel de los Altos del Golán sirios. Lo que se gana en la guerra, ganado queda. Que se jodan.

De España, qué podemos decir. El núcleo duro de las derechas se muestra cada vez más extremista. El secesionismo catalán se ha ido de madre y de padre. El debate político remeda el lío característico de los más frikis reallities televisivos. Un cachondeo, un flipe. ¡Viva el desorden!