Ay, con esta comisión se pasa julio sin que nadie diga nada. Casi todo es secreto, y casi mejor, porque luego casi todo es medio mentira, medio sobrentendido, ya me entiendes... Cien millones de SMSs después, se supo que no estaba nada claro... 35 daños el viaje a la luna, hermosos documentales de los que le gustan a Fungairiño, la NASA, la carrera espacial, los sustos de los rusos, bolcheviques espaciales, la perrita Laika, aquellas escafandras como armaduras medievales, las inmensas salas de control llenas de pantallas, ¡algunas de colores!, las gafas como culo de Vespa, el logo primero de la NASA, tan de dibujos animados, tan infantil y disneyniano, que era un poco daliniano, sólo un poco, todo se ha ido decantando a la visión Dalí y los ensueños Buñuel en aquel siglo que aún es este, relojes blandos como preservativos, los Simpson y sus barras de uranio siempre extraviado: hay que hacer unos esfuerzos enormes para que las cosas estén en donde deben de estar.

Desde el trapo de la cocina o las tijeras hasta el informe utrasecreto sobre la seguridad del aeropuerto de Londres. Todo se embarulla y para recoger las migas o restaurar un poco de minimalismo en el entorno sofá, hay que gastar medio megawatio eólico, ay, ese sudor inmigrado ya no volverá a ser energía, ni nada aprovechable. Los papeles se extravían, nadie hace caso a los pobres agentes secretos, analistas de luxe, expertos en prevenir lo peor... La comisión del 11-M, aparte de otras cosas que deberán concluir los entendidos, deja una visión del caos del mundo, caos cotidiano, burocracias apiladas, nichos infranqueables, cometidos superespecializados... un poco viene a reflejar esta comisión estival el mundo Tomeo, las novelas y cuentos del narrador de Quicena parecen estar detrás de este deslizamiento a un Kafka embarullado, mundos estancos, containers de paredes infranqueables por entre los que circulan como el viento los confidentes, autónomos en el filo de dos navajas o tres.

Bin Laden no sabía nada, es sólo una marca, ni siquiera una franquicia. En este Tour burocrático sólo aliviado por las expectativas de la comisión ha irrumpido colateralmente la Tigresa y, aunque esté mal decirlo, ha aportado un toque fashion --la fascinación del mal-- y la insolencia delgada, ay.

*Escritor y periodista