Con el último Consejo de Ministros presidido en los últimos ocho años, se despide definitivamente José María Aznar. Esta vez, sí. No se sabe que le quede alguna despedida más, de la serie interminable de las que ha venido protagonizando desde hace meses. Han sido dos clases de despedidas: las alegres y festivas de cuando se suponía que dejaba el Gobierno en herencia a su partido y a su sucesor decidido por él mismo y las tocadas por el 11-M, que significó también su derrota electoral. Para todos los analistas, el derrotado en esas urnas del mes pasado no fue el candidato Rajoy, sino el dueño de la herencia, José María Aznar. De hecho, ni siquiera se considera derrotado a Rajoy y su equipo y su lista de candidatos, sino al propio Aznar, que ya se había despedido una veintena de veces en actitud gloriosa y feliz. Pues todo eso se lo llevó consigo el acto de los terroristas islamistas de los trenes de Cercanías, y su despedida del Gobierno no ha sido precisamente dichosa y placentera. En los próximos días, concluirá el traspaso de sus pertenencias a su nueva residencia en una urbanización de Pozuelo. Ya ha relatado su esposa, Ana Botella, que uno de los mayores problemas del traslado es la acumulación de libros en el palacete. Y, de igual manera, la acumulación de 10.000 botellas de vino que, asimismo, se han comenzado a trasegar al nuevo chalet. Se asegura que sólo caben 9.000 en su nueva bodega, por lo que había un problema. Al margen de esos detalles, y de la nostalgia que, sin duda, trae consigo el abandono escasamente festivo del palacio presidencial, no ha vuelto a saberse nada acerca de los propósitos de Aznar de publicar un libro con anotaciones sobre sus ocho años monclovitas . Si mantiene su propósito, es probable que le esté dando un repaso profundo, porque todo su quehacer puede cambiar radicalmente de signo si el final es feliz o si es infausto. Ha sucedido el mismo fenómeno con algunos libros que se publicaron recientemente y que daban por felizmente concluidos los ocho años de Gobierno de Aznar. El cambio de signo no previsto en la fecha electoral trastoca y descoloca el conjunto de toda la obra presidencial. El balance se transfigura y no precisamente para bien. Por lo demás, el traspaso de competencias se ha efectuado generalmente en un ambiente de cordialidad y de relación educada entre los que llegan y quienes se van, por más que choque contemplar a Acebes ejerciendo, al mismo tiempo, de ministro del Interior y de jefe opositor, como próximo secretario general del PP, reclamando al PSOE de Zapatero que le revele si mantendrá o no su pacto antiterrorista con el PP en la anterior legislatura, inicialmente, contra el parecer de Rajoy y de Aznar. Una sorprendente esquizofrenia que habrá terminado, se confía, esta misma semana.

*Periodista