El espectáculo no puede ser más desalentador. Porque, si muy malo es que Torra evoque una vía hacia la independencia (la eslovena) que se produjo tras una breve guerra con un balance de más de sesenta muertos y trescientos heridos, casi es peor el carácter absurdo de una identificación imposible, porque la situación en la Federación Yugoslava al inicio de los años Noventa nada tenía que ver (ni en contexto político ni en el militar ni en términos geoestratégicos) con la que se da actualmente en España y particularmente en Cataluña. Es obvio que el president se ha dejado llevar por el desconocimiento y un fanatismo demente hasta llegar a la pura y simple maldad.
Pero Torra y su ciega obsesión son solo una parte del engranaje nacionalpopulista. Al otro lado del espejo, en perfecta simetría y sintonía, la ultraderecha españolista actúa como el segundo rodillo dispuesto a atrapar la democracia y hacerla trizas en una delirante explosión de patrioterismo autoritario y destructivo. Porque si los independentistas unilaterales quieren tener en frente a una España fascista y coactiva, sus oponentes centrípetos ultrarreaccionarios desean luchar contra un catalanismo traidor y golpista. Estos y aquellos actúan en consecuencia, determinados a convertir sus delirios en realidad y a lograr que el adversario se convierta en su propia contrafigura.
Todos ellos disparan sobre la democracia, el diálogo, la tolerancia, el respeto y la lógica. Por eso está bien claro que quienes se situan fuera de ese juego maldito no son equidistantes; sencillamente aborrecen tan estúpida estrategia de la tensión.
Junts per Catalunya o Vox son dos caras de la misma moneda. Y si existe una izquierda que, pese a todo, piensa que los de Torra y Puigdemont pueden ser adecuados compañeros de viaje, o una derecha dispuesta a tontear con Abascal y su estrategia para reconquistar España... más valdrá que se lo hagan mirar.
¡Ah!, y en estas que llega el aniversario de lo de Sijena. Así que vuelta a la pamema heroica (por ambas partes). Qué cosa más ridícula.
