La cara positiva del fenómeno que sembró el caos en Zaragoza hay que buscarlo en la profesionalidad de los agentes de Policía Local, que regularon estoicamente el tráfico bajo la tromba, en los bomberos, que no daban abasto a atender incidencias y en los integrantes de las brigadas de limpieza y de parques y jardines. Ayer, más de 700 personas se emplearon a fondo para intentar devolver a la normalidad locales, calles y espacios públicos.