En los ya centenarios años de nuestra universidad nunca como ahora mismo se había producido una tensión igual entre la máxima institución académica y los poderes públicos. La actitud del gobierno presidido por Luisa Fernanda Rudi, con su consejera Dolores Serrat como fiel palafrenera, alcanza unas cotas de imprudencia y acaso incompetencia nunca alcanzadas. Tanto por su función docente como investigadora, la universidad es alma señera de cualquier sociedad que se precie. Nunca ha sido ni debería ser un negocio ( aunque ahí están los centros privados con sus peculiares intereses tanto crematísticos como ideológicos) y por lo tanto sus costes no deberían formar parte de la partida de débitos. En la universidad se invierte para el común ( otra cuestión es si a veces mal) y los réditos cobran sentido con sus resultados ( siempre mejorables, sin duda). ¿Cómo es posible la cicatería del gobierno aragonés? ¿Qué finalidad tiene? A esas gentes que no les importa gastar dineros y más dineros en protocolos varios, en sociedades públicas cuya transparencia es cero pelotero (véase como ejemplo Aramón o Plaza), en inventos ruinosos como Motorland, en planes donde los aeropuertos... vuelan y las ayudas para generar empleo sirven para comprarse chalets, hay que preguntarles ¿qué os ha hecho la universidad para que la tratéis así? Ahí está la hermana pobre como ejemplo señero, esa Facultad de Filosofía que se cae a cachos mientras la Censora Jurada de Cuentas sonríe.

Profesor de universidad