Recientemente leía una frase de Charles Dickens que me va como anillo al dedo en este momento vital: «A medida que me acerco más y más al final, es como si cerrara un círculo, y me siento cada vez más cerca del comienzo»

271 años después de los Decretos de Nueva Planta, especialmente el de junio de 1707, que declaró «abolidos y derogados todos los fueros, privilegios, práctica y costumbre hasta aquí observados en el reino de Aragón» - se aprobó el Real Decreto-Ley de 17 de marzo de 1978 para «dar satisfacción a la aspiración del pueblo aragonés a contar con instituciones propias dentro de la unidad de España». Para ello se crea la Diputación General de Aragón, en recuerdo a la Diputación del Reino o Generalidad de Aragón, como órgano de gobierno con personalidad jurídica. Siendo elegidos presidente, vicepresidente y secretario general, Juan Antonio Bolea Foradada, Jaime Gaspar y Auría y quien esto escribe, respectivamente.

Aquella incipiente DGA preautonómica estuvo en vigor y ejerció sus funciones, hasta el primer gobierno que se constituyó después de la aprobación del Estatuto de Autonomía de 1982. Desde abril del 78, hasta el pasado año, Aragón ha celebrado el 23 de Abril, el Día de Aragón, con actos institucionales, actividades culturales y, cuando ha sido necesario, con grandes manifestaciones en favor de la autonomía o en contra del trasvase. Una inequívoca muestra de que los aragoneses hemos logrado unirnos y alcanzar elevadas metas cuando se han vulnerado nuestros derechos. Muestras de que frente a los artificiosos nexos justificativos para crear algunas comunidades autónomas, Aragón posee una fuerte identidad colectiva.

Este 23 de Abril es la primera vez en 42 años que no puede celebrarse como la ocasión merece. El coronavirus y una ineficiente gestión, que nada tiene que ver con Aragón, tienen la culpa.

Primera funcionaria

Recordemos que entre 1978 y 1982, se sentaron las bases políticas y administrativas de lo que iba a ser el Gobierno de Aragón. El primer presupuesto aragonés no era superior a los cuarenta millones de pesetas y la primera funcionaria se llamaba Marisa Azcoiti. Hoy, el presupuesto de Aragón se cuantifica en miles de millones de euros y cuenta con unos 56.000 funcionarios y trabajadores, muchos de los cuales estarán trabajando telemáticamente en sus casas, evitando que se pare la administración, que nos será muy necesaria cuando terminen los confinamientos. Los que seguro están trabajando a tope son los sanitarios aragoneses, funcionarios del Gobierno de Aragón, a los que aplaudimos todos los días por su impagable labor.

Para estas fechas, mi partido, el Partido Aragonés, solía publicar un manifiesto aragonesista y reivindicativo, para dejar constancia de lo que somos. Hoy sería útil para explicar lo que fuimos y deseamos seguir siendo. Porque, no es posible entender Aragón sin el PAR y menos en este tiempo tan borrascoso.

A lo largo de más de cuarenta años, el PAR ha contado con nueve diputados, doce senadores, 106 diputados en las Cortes de Aragón, casi 9.000 concejales, cientos de alcaldes, consejeros comarcales y diputados provinciales. Además de dos presidentes de gobierno, dos vicepresidentes, tres presidentes de las Cortes de Aragón, nuestro parlamento, casi 30 consejeros y unos cuantos directores generales. Les aseguro que con estos medios y un montón de ideas hicimos cuanto pudimos por esta tierra.

Sin autonomía, Aragón no sería lo que es hoy. Para nosotros, el recuerdo de lo que significa la autonomía de Aragón, en esta oscura noche del coronavirus, resulta imprescindible, aunque no logremos captar la atención que nos gustaría. El virus lo puede todo y mata incluso las ilusiones de futuro. Intento, sin embargo, a base de memoria y buena dosis de melancolía, animar al lector a pensar en Aragón y confiar más en los aragoneses. Al fin y al cabo, cuando este trance termine -espero que antes de la ruina definitiva- no tendremos más remedio que volver a mirar a Aragón y confiar menos en estancias más lejanas, de donde poco ha venido y nada se puede esperar.

Aunque en estos días de confinamiento, a las ocho de la tarde, sean pocas las banderas de Aragón expuestas en los balcones. Si alguien tiene alguna duda, que sepa que la bandera de las barras de Aragón es también una bandera de España, una de las que más.

No olviden que cuando acabe la pesadilla, seguirán teniendo la sanidad aragonesa, la educación aragonesa, las empresas aragonesas, las carreteras aragonesas, los pueblos, ciudades y comarcas de Aragón, etc. Seguiremos siendo un pueblo universal. Pero no olviden que hay que ser universal en algún sitio. El suyo es Aragón.

Y ese es un buen punto de partida para recobrar la normalidad, lo antes posible. Mayor confianza en nosotros mismos, confianza en nuestras empresas, nuestro comercio, nuestra hostelería y, también, en nuestras instituciones.

Si no celebraron el Día de Aragón, el jueves pasado, hoy domingo es una buena oportunidad para hacerlo en familia o de balcón a balcón, como prefieran.