Black Friday y Halloween comienzan a formar parte de nuestro paisaje, evidencia de la globalización de las costumbres norteamericanas. En esta línea, ya nos es familiar el día de la marmota que se celebrará en fechas próximas, y que es un método folclórico para predecir la duración del invierno. Si la marmota ve su sombra al salir de la madriguera, el invierno durará seis semanas más; si no la ve, durará menos. Esta predicción tiene algo de base científica, como casi todas las costumbres agrícolas, pero no es ni mucho menos precisa.

El devenir económico sigue generando pequeñas noticias que pueden interpretarse de manera diversa aunque la corriente general ya es de mejoría. Una vez proscrita para siempre la expresión brotes verdes, hay que reconocer que al enfermo le ha bajado la fiebre y que la analítica es mucho mejor que hace unos meses. La situación de nuestro sistema financiero es mucho más clara y solvente que hace un año y no se esperan grandes disgustos de los tests de estrés del BCE, si acaso algún defecto de capital en entidades nacionalizadas total o parcialmente que podrá resolverse vía FROB. Y el Tesoro no hace más que dar buenas noticias en forma de colocación de importantes cantidades de deuda a un precio mucho menor que en el pasado reciente. No hay riesgo de equivocarse al aventurar que la economía y el sistema financiero no solo han salido de la uvi sino que ya se han ido a casa y, salvo un susto en algún control rutinario, todo está cuando menos encarrilado.

Esta recuperación financiera es imprescindible para que el resto de la economía despierte, y lo está haciendo. La pregunta que todos nos hacemos es con qué velocidad e intensidad. Los datos de la encuesta de población activa (EPA) conocidos el jueves pasado presentan un elemento muy positivo: en diciembre del 2013 había menos gente en paro que en diciembre del 2012. Pero, a su vez, también hay menos gente trabajando: nuestra economía productiva se ha reducido en parte porque algunos potenciales trabajadores han emigrado, pero sobre todo porque en otros cunde el desánimo. Y cualitativamente el empleo es de peor calidad, crece el que es a tiempo parcial, con contrato temporal y retribución muy baja.

La salida de la crisis la hemos fiado a la devaluación interna, España debe seguir siendo más pobre para ser competitiva... y lo estamos consiguiendo, aderezada esa competitividad por salarios más bajos y con una mayor injusticia social, menos prestaciones sociales y focalización de los impuestos en los más fáciles de cazar, los asalariados. Estamos saliendo del hoyo, pero en él nos hemos dejado muchas cosas.

Ahora que la emergencia económica está superada sería el momento de pensar qué tipo de país queremos. Con salarios bajos atraeremos producción; y el sol, la sangría y los buenos precios, a un turismo de clase media-baja. Pero ¿no podemos ser algo más? El modelo productivo de España no se ha reinventado a lo largo de las sucesivas crisis que nos han azotado. Merecería la pena, ahora que sabemos que seguimos vivos en la eurozona, priorizar nuestra economía en algo que no sea manufactura barata y turismo de paella y sangría.

De igual forma que las empresas que han sobrevivido a la crisis comienzan a recuperar sus capacidades para crecer y se plantean un nuevo horizonte estratégico, España debería definir qué quiere ser de mayor en áreas tan relevantes como la innovación o la educación. Mientras una sea un gasto superfluo y la otra un arma arrojadiza entre las distintas ideologías no avanzaremos ni un milímetro.

En ocasiones es bueno mirar a los que son muy diferentes. Las petromonarquías se están inventando un futuro para cuando el petróleo no sea tan importante. Están conquistando las rutas aéreas hacia el este con Emirates, Qatar Airways o Etihad y están creando una industria de ocio y cultura que ni podían soñar hace pocos años. Tienen muchos recursos, es cierto, pero hace menos de 50 años eran tribus nómadas en una de las regiones más pobres del planeta. Nuestra actitud debería ser similar, pensar que nos puede ir mal cuando nos vaya bien y no fiarlo todo al éxito fácil y de corto plazo.

Es cierto que la prioridad es salir de verdad de la crisis y generar empleo para cuantas más personas mejor porque queda mucho por hacer, pero lo urgente no debe ocultar lo importante. La tan cacareada transformación de nuestro sistema productivo nunca llega, y si dejamos pasar este tren de mercancías que casi nos arrolla volveremos a crecer vía especulación y pelotazo y abonaremos el próximo batacazo. Lo de menos es que la marmota vuelva o no a su madriguera, lo importante es saber que el invierno volverá tras la primavera próxima, llegue esta cuando llegue. Consultor