En el Día Mundial del Agua hemos vuelto a concienciarnos sobre la importancia de este elemento básico, uno de los cuatro del mundo antiguo, con la tierra, el aire y el fuego. Sin agua vive, o malvive, casi un tercio de la humanidad. Numerosos países africanos y asiáticos padecen una endémica carencia de suministro potable. Poblaciones enteras deben desplazarse a diario para aprovisionarse de agua a muchos kilómetros de sus casas o aldeas. Decenas de miles de personas mueren al mes por problemas derivados de la falta de agua o de higiene. En especial, los niños sufren de manera pavorosa esta lacra, pagando la obligada sed con su salud y a menudo con su vida.

Por contra, hay países, como el nuestro, donde el agua es un bien común.

Y ciudades, como Zaragoza, donde confluyen tres ríos. En nuestro caso, el Ebro, el Gállego y el Huerva. Si a esos tres cauces añadimos el del Canal Imperial, que prácticamente es como otro río, Zaragoza sumaría hasta cuatro corrientes de agua. ¿Qué otra capital las tiene?

Por eso, naturalmente, y por el especial significado que el río Ebro viene acuñando para la Comunidad Autónoma de Aragón, la Expo de Zaragoza se orquestó en el 2008 en torno a los usos y el futuro del agua.

La muestra internacional solo duraba tres meses, pero fue propósito de sus organizadores darle continuidad mediante futuras acciones. Desde un Instituto Nacional del Clima, con sede permanente en el pabellón de España, a una serie de proyectos orientados a mantener y acrecentar el prestigio de Zaragoza como capital mundial del agua, o al menos como una de ellas.

Diez, once años ya después de la Expo, sin embargo, ese objetivo no se ha cumplido. Zaragoza no ha incorporado instituto ni sede alguna relacionada con los aprovechamientos hídricos o el cambio climático, ni el Ebro ha disfrutado de nuevas inversiones con las que mejorar sus regadíos, saneamientos o actividades deportivas. No hay novedades, no hay cambios, salvo el hecho de que las riadas hayan ido agravándose, a medida que crecen también las dudas sobre el mantenimiento de los cauces.

Día Mundial del Agua... ¿para qué?