Hace poco y refiriéndose a la señora Ayuso, el admirado Juan José Millás afirmaba que «cuando uno se eleva por encima de sus posibilidades sintácticas cae en la dolencia conocida como flatus vocis, expresión latina que quiere decir algo así como «ventosidad de la voz». En definitiva, un pedo oral. Pues bien, y perdón por seguir a Millás, lo que les pasa a las derechas zaragozanas que gobiernan el ayuntamiento no es un dolencia pasajera, sino algo crónico, una diarrea mental permanente que exhiben sin ningún pudor y con contumacia.

Escucharles justificando la no concesión de Hijo Predilecto al doctor Fernando Simón da pena, vergüenza y coraje. Entre todos estos mediocres que nos gobiernan no llegan, juntando sus currículum, ni a la mitad de la mitad del que puede presumir Fernando Simón, un funcionario nombrado por el Gobierno Rajoy que está haciendo su trabajo con gran ejemplaridad y competencia dirigiendo un equipo de otros funcionarios como él que se han enfrentado a la pandemia con el mismo tesón que si en vez de Sánchez hubiera seguido gobernando quien le nombró.

Simón es un ejemplo de tantos funcionarios y funcionarias absolutamente competentes que dan vida a las distintas administraciones aunque a veces sus jefes, y no es el caso, no tengan más cualidades que ser lenguaraces e incompetentes en todo menos en mantenerse en la política. Los argumentos esgrimidos para negarle el honor propuesto son un catálogo de estupideces, mentiras cuando no injurias, que retratan la bajeza intelectual y moral de unos mandaos a las órdenes de otros tan mediocres como ellos y ellas. A los títulos y la experiencia que el doctor Simón acredita se ha de sumar su enorme paciencia para aguantar tantas críticas inmerecidas realizadas por ignorantes politiquillos de poca altura. Los zaragozanos no merecemos ser gobernados por esta gentecica.