Uno de los episodios más tristes que puede experimentar el ser humano es pasar por días luctuosos. Ese sentimiento que se tiene por la perdida de seres queridos es comparable a los que todos los hombres y mujeres de bien podemos sentir estos días, con el añadido de que estas pérdidas humanas no son por causas naturales sino hechas por asesinos que enarbolan la bandera de la cobardía y del fanatismo en pos de una independencia ficticia e insolvente. En un Estado democrático deben prevalecer los derechos de la inmensa mayoría de los ciudadanos; los derechos de aquellos que pretendan desestabilizar un país con terror y muerte deberían pasar por el cumplimiento de todas las condenas derivadas de sus asesinatos, aunque fueran de por vida, porque las alimañas aunque les pises suelen retorcerse para sobrevivir.

El terrorismo no está dando los últimos coletazos como dicen los responsables políticos. ¡Ojalá! que así fuera. Mañana hay que ir a votar para salir fortalecidos, sin miedo, con nuestras convicciones y confiando que nuestro sistema se imponga y acabe con esta lacra que hoy nos tiene consternados.

*Pintora y profesora de F.P.