El debate de investidura ha resultado tal y como casi todo el mundo apuntaba. Un franco, pedagógico y todavía inseguro Rodríguez Zapatero que ha sabido vender las bondades que muchos españoles esperaban cual agua de mayo. Y un Rajoy hábil, duro y con maneras que también ha despachado el pescado que gusta a sus, un tanto decepcionados, seguidores. De continuar así, los próximos cuatro años acaso nos deparen un juego parlamentario de altura, durante mucho tiempo ausente del Parlamento, si bien tanto uno como el otro deberán mejorar registros, tics y léxico, amén de construcciones lingüísticas que al propio Sancho Panza incomodarían. Desde la aldea aragonesa, parece que la cosa marcha: de momento no habrá trasvase (¡menos mal ese respiro : este año no tendremos que volver a manifestarnos!), aunque muy pronto nos percataremos de que si será preciso acordar otro Plan Hidrológico Nacional (PHN) que atienda las legítimas necesidades del Levante y otros lugares. Cristina Narbona mima sensibilidades, pero Aragón necesita sólidos compromisos. Mucho tendrá que vigilar el monte el presidente Iglesias, no fuere que el optimismo de hoy se trueque con el correr del tiempo en desilusión. *Profesor de Universidad