Los bancos españoles vuelven a estar de moda en los medios de comunicación porque regresan, una vez más, a los Juzgados. En el último caso, de manos de los consumidores, que han visto con alegría cómo una reciente sentencia daba la razón a sus reclamaciones sobre los costes de sus hipotecas, que el banco les atribuye o como mucho reparte.

En España hay banqueros dignos, honestos, que realizan, además, un trabajo social, mecenazgo cultural, que financian investigaciones y becas, proyectos y utopías, pero los que vemos no son tan honrados ni generosos, empáticos con su cliente ni con su sociedad.

Los que vemos, por lo general subiendo o bajando las escaleras de los tribunales, son carne de nuevos ricos, falsos como la falsa moneda, arribistas, bucaneros, chantajistas, y en algunos casos --oportunamente denunciados y tardíamente condenados--, delincuentes. Su mal ejemplo afecta al resto de los directivos de la banca, condicionando la mala impresión que los españoles tienen de los banqueros.

«Si quieres triunfar en mi oficio --me dijo en una ocasión un célebre banquero-- viste bien y habla poco». Pero todos estos mamarrachos de las blacks, de las copas y de las queridas, de los yates y coches de lujo hablan por los codos, se meten en política, se hacen amigos del presidente del gobierno y del de su club de fútbol y opinan, pontifican, orientan, pretenden representar a una sociedad que meses o años después asistirá atónita a la revelación de los datos de sus emolumentos y dietas, posesiones, operaciones con información privilegiada y tantas bicocas. Muchos, para colmo, habían creído en ese banquero y le habían confiado sus ahorros, tantas veces disminuidos o perdidos por mala gestión. O ausencia de gestión, pues ni siquiera trabajan.

Da igual, en el fondo, porque el Estado está y estará al quite de sus errores de cálculo, de sus quiebras y desastres y proveerá, pondrá uno tras otro hasta esos cien mil millones de euros que los españoles nos hemos gastado para reflotar galones supuestamente llenos de oro que, como Bankia, abrieron una vía de agua cuyo arreglo costó más que un barco nuevo.

¿Son públicos o privados, los bancos? Unas veces, cuando se lucran, practican el capitalismo, y otras, cuando se reflotan con dinero público, el socialismo.

¿Solución?