Dile al hambre que se meta con alguien de su tamaño", es la súplica de Ayuda en Acción. Si le ves, dile también que ni se le ocurra merodear por algunas ciudades este verano porque muchos comedores escolares van a bajar la persiana, y ya sabemos lo que eso significa. Portazo al comedor, portazo a la única comida que ingieren cada día miles de niños. No lo digo yo, lo dicen oenegés como Cáritas, Acción contra el Hambre, y hasta autoridades como la Defensora del Pueblo. La situación es muy preocupante, tanto que Soledad Becerril ha pedido a todas las comunidades autónomas que abran los comedores durante los meses de julio y agosto para garantizar una comida equilibrada a los pequeños "más vulnerables". Y esos pequeños, desgraciadamente, se cuentan por miles: unas 30.000 familias con niños pasan hambre diariamente en España, alerta Cruz Roja. Y otros 2,5 millones de pequeños están en riesgo de exclusión social, según Unicef. Datos terribles que deberían hacer actuar a las autoridades de manera inmediata. Sin demagogia.

A la Comunidad de Madrid ya ha llegado el recado de la Defensora del Pueblo, y ya tiene respuesta: "No". No van a abrir los comedores escolares porque, "gracias a Dios", allí "no hay problemas de desnutrición de niños", eso ha dicho el presidente madrileño, Ignacio González. Pero ya tiene respuesta. Y dura. Durísima. La de un pequeño de 8 años que se mete rebanadas de pan en el bolsillo "para la cena de la noche". Se lo confesó a la monitoria que le pilló llevándose el pan, así lo ha reconocido la directora del madrileño C.P Amadeo Vives ante las cámaras de El Intermedio. Ella, junto con otros profesores, también han recolectado dinero para evitar el desahucio de los padres de un alumno, padres que tampoco tenían con qué alimentarle. Suerte de la beca de comedor. Y estas situaciones, advierten las ONG, se repiten a diario en centenares de centros españoles. También en Aragón.

Está claro que el zarpazo del hambre no entiende ni de política, ni de siglas, ni de veranos, ni de becados. Afecta a todos por igual, pero siempre se ceba con los más vulnerables: los niños. El año pasado, 15.000 pequeños fueron atendidos en las cuatro comunidades que abrieron sus centros. Esto ocurre en nuestro país, le pese a quien le pese. Y no son "casos puntuales", son más habituales de lo que imaginamos. Tan habituales que por eso piden, y piden, que los comedores se mantengan en verano. No por capricho. Periodista