Hubo en este país un levantamiento contra el orden constitucional y una dictadura, muertos y más muertos, represión, ausencia de libertades, etc. El franquismo. Adolfo Suárez fue Gobernador Civil, Consejero Nacional del Movimiento, Director de RTVE, Ministro Secretario General del Movimiento y en los interines más cargos de menor cuantía que, eso sí, exigían lealtad inquebrantable a los valores fundamentales del franquismo. Ese es el hombre a quien hoy tanto se ensalza. Y también hubo otro hombre, el destinado por el Sistema para realizar una transición imperfecta hacia una democracia controlada que permitiera que todo siguiera igual pero con el collar bien prieto. Trágico destino el de Suárez, hombre honrado y sin duda alguna convencido de su papel histórico, pleno de buena voluntad y converso sin ningún tipo de dudas ni remordimientos. Torcuato Fernández Miranda y Juan Carlos de Borbón, sabiamente dirigidos, sabían lo que hacían una vez elevado a las alturas Carrero Blanco. Hacía falta un mirlo blanco que asumiera el juego sucio para desmontar los instrumentos caducos y dejar que, democracia mediante, todo siguiera como siempre. Una vez logrado Suárez se convertiría en un juguete roto. Quienes hoy lo ensalzan antaño no tuvieron empacho alguno en apuñarlo cual Bruto a César. ¿Quién es Suárez, un personaje histórico o una invención literaria? Como hombre, casi un héroe trágico, en muchos gestos y actuaciones admirable.

Profesor de universidad