Si quieren descubrir las tendencias del verano, no acudan a la prensa especializada ni contraten a un personal trainer-shopper. Echen un vistazo a la actualidad. El eurodiputado de IU, Willy Meyer, y la exministra de Fomento, Magdalena Álvarez, se apuntan al último grito: la dimisión. La una, "no por estar imputada por prevaricación y malversación en el caso de los ERE fraudulentos de Andalucía" sino "por presiones del PP", por "una campaña de acoso y derribo" y "porque Rajoy y Guindos quieren poner a otra persona". Puede que no le falte razón, pero no olvide que como vicepresidenta del BEI hubiera sido vergonzante continuar, imputada por contribuir a implementar un procedimiento para el pago de ayudas a empresas. Lógico que el Gobierno apele al argumento de "responsabilidad" como representante española en este foro. Lo contrario hubiera sido irresponsable, aunque ojalá siempre prevaleciera esa política del interés general, y no la del doble rasero que permitió a un Rodrigo Rato salir de rositas. A quién le ha pillado por sorpresa la dimisión es a Meyer, que se ha sumado al "dimito" como gesto de "coherencia" con sus electores, por firmar un polémico plan de pensiones gestionado por una sicav, esas sociedades de inversión con procedimientos cuando menos controvertidos. Otros como Valenciano, Arias Cañete, Rosa Díez o Montoro parecen culpables del mismo desliz, pero dudo mucho que se decanten por estar a la última y dimitir. Lo suyo es más la moda retro.

Periodista y profesora de universidad