Ya ven: no hacía falta meterse en la bronca del 1-O ni derrochar tanta emoción, indignación y adrenalina. Al final, el dinero habrá de decir la última palabra. Y la pasta es tan cobarde como implacable. Gran Bretaña, con su libra esterlina, su City y su proyección global, las va a pasar canutas para llevar a cabo el brexit porque las cuentas no le cuadran. Así que una eventual Cataluña independiente, muchísimo más vulnerable, lo tiene crudo. Desde el viernes pasado a los del PDECat les tiemblan las canillas, los de Esquerra están nerviosos y solo la CUP, con esa alegría suya repajolera e infantil, mantiene la apuesta a tope: se crea una banca pública catalana, y ya está. Pobres

En el Hemisferio Norte las revoluciones típicas de la Edad Contemporánea (las masas armadas, los palacios tomados al asalto, los líderes arengando a la aborrascada muchedumbre) son imposibles. No solo por la potencia de los aparatos de Estado o por la flexibilidad de los sistemas democrático-liberales. sino sobre todo por los imperativos económicos.

Recuerden el 36: el president Companys hubo de admitir que la CNT-FAI era la dueña de Barcelona. El nuevo poder revolucionario tenía en sus manos un equipamiento industrial de primer orden, encabezado por La Marítima y la Hispano-Suiza, grandes factorías capaces de producir maquinaria pesada, motores y otros elementos imprescindibles para la guerra que acababa de empezar. Pero pronto fallaron las materias primas, se acabaron los recursos financieros, el personal más cualificado se retrajo... No hubo blindados ni cañones ni armas automáticas. Perdió la República. Se acabó la supuesta revolución libertaria.

Ahora, la intervención de la acorazada de la pasta puede resolverle la papeleta al ausente Rajoy. Pero no arreglará el desgarro emocional, la frustración y el revanchismo que flotan en el aire (en Cataluña y el resto de España). Tampoco impulsará (sino todo lo contrario) una renovación constitucional que cada vez resulta más necesaria para estabilizar la situación política y soldar fracturas. Esto va para largo.