La ancestral dicotomía o enemistad entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo pecaminoso, entre el desorden y la norma no nació con el cristianismo, como mucha gente cree, sino ya con los griegos.

Sus mitos y dioses basaron en las cortes de Apolo y Dionisos buena parte de sus conflictos, Apolo, hermoso y justo, inocente, tan perfecto de cuerpo como en su generosa alma, y rodeado siempre de musas y héroes, choca frontalmente con Dionisos y con sus báquicas orgías, o contra los libertinos faunos que corren tras las doncellas por bosques sagrados que ellos mancillan.

Ambos, Dionisos y Apolo, serán dos de los principales protagonistas de la exposición que puede verse en CaixaForum Zaragoza, Arte y mito.

Con fondos procedentes del Museo del Prado y firmas como las de Rubens, Van Eyck, Ribera, Erasmus Quellinus, Jan Cossiers, Martínez del Mazo, George Penc, Jan Loof, y otros muchos pintores y escultores renacentistas y barrocos de primera línea, el recorrido por esta exposición está repleto de alusiones al mundo clásico: Troya y su mítico caballo de madera, la Eneida y la fundación de Roma, Aquiles, Paris y Helena, Orfeo y Eurídice, Leda y el Cisne, Ifigenia, las Tres Gracias... con referencias asimismo a un Jesucristo doliente e inspirador de mitos y ritos en las antípodas del Olimpo griego y de la jerarquía del poder romano.

Una muestra que nos invita a reflexionar sobre la capacidad de las antiguas civilizaciones mediterráneas para asentar sus conquistas sociales y militares en religiones que las reflejaban en su íntima esencia y que, a su vez, abastecían a los talleres artísticos de temas y motivos para su perduración y adoración. Un ateniense que creía en la belleza y en la proporción, en la filosofía y en la democracia (como aquel hebreo que creyese en la Palabra) era más fuerte, pues a su conocimiento de la realidad y del arte que la sublimaba unía el arquetipo y el rito, la idea platónica y el mito celeste.

Y que invita, también, a meditar en las esferas del poder terrenal y celestial, y en cómo, estando ambas estrechamente unidas, se complementan en un todo armónico destinado a fortalecer la idea del hombre como un semidiós.