Resulta grotesco que uno o varios de los tres socios de Zaragoza Alta Velocidad diriman públicamente sus discrepancias sobre del desarrollo de la ciudad. Grotesco y nefasto para los ciudadanos, pues mientras se discuten las formas el proyecto no avanza, y cada enfrentamiento dialéctico es un paso atrás en la ejecución de las obras. Evidentemente, corresponde al Ayuntamiento de Zaragoza decidir el planeamiento y el diseño de la ciudad, como bien ha recordado el alcalde Belloch, pero se entiende que desde la sociedad no se toman decisiones ni se encargan proyectos que no hayan sido bendecidos de antemano por los socios. Por eso resulta sorprendente que el tantas veces cacareado proyecto de metro urbano pueda ser cuestionado por alguna de las partes cuando todas están absolutamente de acuerdo en su construcción y en la financiación. Las formas es lo que menos preocupa a los ciudadanos, y así deberían saberlo los socios de ZAV.