Se acaba de celebrar el 75 aniversario del desembarco en Normandía por parte de las tropas aliadas, hecho clave en la II Guerra Mundial. La desconfianza entre EEUU y Europa planeó, ya que el objetivo Trump es dinamitar la Unión Europea. En un comunicado, los 16 países participantes prometieron trabajar para que «el horror de hace 75 años no vuelva a repetirse» y garantizar «la democracia, la libertad y el respeto de la ley». Pero, lo negativo del aniversario es que aquella Europa destrozada pero optimista en su futuro se enfrenta hoy a los fantasmas de su pasado: el auge de la extrema derecha y el regreso de gobiernos populistas.

Hay otro aspecto negativo, la no invitación a la Rusia de Putin, el cual estuvo presente en el 70 aniversario, cuando el entonces presidente de la República Francesa, François Hollande dedicó su discurso a «todas las víctimas del nazismo». Rindió homenaje a los jóvenes soldados estadounidenses, británicos y canadienses -trufados con algunos de otras naciones ocupadas. Pero también a las víctimas civiles francesas -tantos años olvidadas-, al Ejército Rojo y los pueblos de la antigua URSS. Y a los alemanes, «víctimas ellos también -subrayó- de una guerra que no era la suya, que nunca debió ser la suya». Para Hollande, la hecatombe que asoló al mundo entre 1939 y 1945 ha dejado a los dirigentes mundiales «el deber de la paz».

Frente al recuerdo de Hollande al Ejército Rojo, hoy 5 años después un olvido injustificado. En la victoria sobre el nazismo ningún país sufrió tantas víctimas como la URSS. Sin ella la victoria no habría sido posible. No ha sido invitada. Y se merecía tal invitación Rusia, continuadora de esa URSS que perdió, entre soldados y civiles, más de 20 millones en la II Guerra Mundial. Sólo en la ofensiva para llegar a Berlín, el Ejército Rojo registró más bajas que las tropas de EEUU en todo el conflicto. La historia ha establecido que la campaña decisiva tuvo lugar en el frente del Este, en la batalla de Stalingrado: Hitler desplegó allí 200 divisiones. Si 30 divisiones estaban en Italia, sólo quedaban 60 para plantar cara a los aliados en el frente occidental. Estas cifras fueron clave para el desembarco en Normandía. Es cierto que las tropas de Stalin fueron, a la vez, libertadoras y constructoras de regímenes totalitarios. Mas, el sacrificio de los jóvenes soviéticos se merecía el mismo recuerdo que el de los norteamericanos, británicos, canadienses…

Quiero fijarme en un hecho sobre este 75 aniversario. El Memorial de Caen, el museo más completo sobre el desembarco y sobre el contexto mundial que precedió y siguió a la contienda, ha preparado la exposición Rockwell, Roosevelt y Las cuatro libertades. Es consultable en la red www.memorial-caen.fr. El 6 de enero de 1941, el presidente de EEUU Franklin D. Roosevelt se dirigió al Congreso en su discurso de las Cuatro Libertades (Four Freedoms Speech) sintetizando en «cuatro libertades humanas esenciales» los objetivos de EEUU para la posguerra: la libertad de expresión, la libertad religiosa, la libertad de vivir sin penuria y la libertad de vivir sin miedo. EEUU aún no había entrado en la guerra. Lo haría tras el ataque japonés a Pearl Harbor, en diciembre del mismo año. Había muchas presiones aislacionistas y no faltaban admiradores de Hitler. No se sentía preparado, a nivel militar, para asumir el reto. Pero Roosevelt, en contacto con Churchill, se fue convenciendo de que la intervención masiva, con todos sus recursos humanos e industriales, iba a ser necesaria para abatir al nazismo.

El pintor Norman Rockwell empleó siete meses, a partir del verano de 1942, para traducir visualmente el discurso del presidente. La libertad de expresión la representó con un hombre de pie hablando en un consejo municipal, que a pesar de representar una postura minoritaria, el resto le escuchaba con respeto. La libertad de culto con ocho personas de diferentes creencias en un momento de recogimiento y meditación. Para La libertad para vivir sin penuria la imagen elegida fue la comida del día de Acción de Gracias, el ritual familiar más sagrado, con el obligado pavo. Quiso sobre todo destacar el valor de la familia, la amistad y la seguridad. La libertad de vivir sin miedo con unos padres cubriendo con la manta a sus hijos ya dormidos en la cama. Lo realizó durante los bombardeos de Londres.

Pueden verse en la exposición unas 80 obras de Rockwell, entre carteles y pinturas. Una muy conocida y de gran carga política es The problemwe all live with (el problema con el que vivimos todos) de 1963, que refleja a una niña negra, Ruby Bridges, de 6 años, escoltada por agentes federales en su primer día de escuela en Nueva Orleans, en un centro hasta entonces reservado para blancos. Es todo un alegato sobre la lucha por los derechos civiles en EEUU. Y Blood brothers (hermanos de sangre) sobre el asesinato de Martin Luther King, con dos hombres muertos, uno blanco y otro negro, en el suelo con mucha sangre. Y The right to know (el derecho a saber) sobre la verdad de la guerra de Vietnam.

¡Qué diferencia de los Roosevelt, De Gaulle, Churchill de entonces con los Trump, Macron y Theresa May (sustituida probablemente por un payaso, como Boris Jhonson) de ahora! Ahí puede que estén las causas de nuestros males actuales.

*Profesor de instituto