Hay momentos en nuestras vidas, en los que las convicciones éticas o su ausencia explican nuestro pensamiento, actitudes y decisiones. Desde el gran Aristóteles, y el filósofo alemán de la Ilustración, Inmanuelle Kant, podemos entender, simplificando, que la ética es la disciplina filosófica que estudia el bien y el mal, y sus relaciones con la moral y el comportamiento humano. Privilegio de la especie humana, en su capacidad de raciocinio. Única entre los seres vivos.

Este hecho conceptual y su significado, junto con el dilema solidaridad vs. egoísmo admite, en el actual momento de temor, incertidumbre y riesgos derivados de la morbi- mortalidad de la pandemia por coronavirus, contemplar y analizar, dos versiones antitéticas de la condición humana, sus valores y actitudes.

La del Borbon, Juan Carlos I, repudiado por su hijo, y paradigma de la falta de ejemplaridad y ética, en su conducta y acciones como jefe del Estado, aprovechando la inviolabilidad que la Constitución le concedió, y que ha usado para sus acciones económicas y al parecer sexuales. Concesión que no equivale a inmunidad ni a impunidad. Y eso expresa indignada la ciudadanía y una parte significativa de la clase política, que lo denostan. Al sonido de las cacerolas. La Historia documentada es, siglos después, la que juzga a Carlos IV y Fernando VII como protagonistas de las páginas mas tenebrosas de Napoleón en España. Y a Alfonso XIII y la huida por Cartagena, como uno de los desencadenantes de la Guerra civil. Juan Carlos I ha gozado de gran prestigio y aceptación, así como el reconocimiento por el 23-F, pero sus últimos años no han sido acertados.

Felipe VI, en su alocución a la Nación el pasado día 18, desaprovechó la oportunidad de reivindicar su trayectoria en la Jefatura del Estado, y recriminar públicamente las acciones de su padre últimamente, así como elaborar un discurso de más nivel intelectual, en vez de generalidades.

Amancio Ortega, en las antípodas del Borbón, desde la sencillez y humildad de su origen, es la expresión de la solidaridad y generosidad sin límite, hacia sus trabajadores, primero, y después a su país y la ciudadanía.Inteligencia, honradez, sentido social, impregnando una visión ética exigente e impecable, desde su privilegiada situación empresarial y económica. Donación de cientos de millones para tecnología avanzada oncológica al Sistema Nacional de Salud, hace dos años, y ahora más de 380 millones para combatir el covid-19, así como poniendo sus factorías a fabricar mascarillas y ropa de protección para la pandemia.

Su entonces Rey, en viajes financiados en aviones privados por su primo, Orleans Borbón, descendiente de Alfonso XII, y en momentos delicados de España, se dedicaba con Corinna a cazar elefantes en Botswana, en una arrogante demostración de soberbia e infidelidades publicas. De ahí vino el AVE a la Meca, y los 100 millones de fondos saudíes, compartidos con su compañera de cacerías y fiestas. Estos dos ejemplos nos hacen recordar, en la añoranza, un 14 de julio, y la toma de la Bastilla, tras la que dejamos de ser siervos y vasallos, para alcanzar el rango de ciudadanos.

¿Qué evidencias científicas existen hoy de la pandemia del covid-19? ¿Qué errores e imprevisiones se han cometido por la Administración ante la pandemia? Pedro Sánchez manipuló irregularmente (al parecer) la metodología de investigación que permite elaborar la memoria de tesis doctoral, cuya ortodoxia permite acceder al grado de doctor, (máximo rango académico que concede la universidad), según se publicó y no se desmintió, copiando aportaciones de otros doctores (motivo por el que la señora Merkel cesó a dos de sus ministros).

Con esos precedentes, y el apoyo y fielato de PNV, Bildu, Podemos, JxCat, y la abstención de ERC, para acceder a la Presidencia de Gobierno, así como un ministro de Sanidad (cuota del PSC en la Administración central), es comprensible que no se supiese analizar lo que ocurría en China, y el ejemplo posterior del buen hacer de Corea del Sur, y lo imprudente de Italia y Reino Unido. Urkullu y Torra demostraron, en momentos de darnos la mano, junto con Podemos, las muestras de populismo y xenofobia supremacista de algunos catalanes y vascos que coartan al Gobierno central.

Estas son algunas de las evidencias científicas, sanitarias y epidemiológicas sobre el covid-19: virus procedente de otras especies vivas, que ha virado y se ha hecho patógeno para la especie humana. Alta difusión y contagiabilidad. Limitada letalidad. Desde el contagio hasta la aparición de la sintomatología, pueden pasar 2-3 semanas, en las cuales eres contagiante. La letalidad afecta fundamentalmente a personas añosas, inmunodeprimidos, patologías respiratorias severas, oncológicos, diabéticos descontrolados.

China ha demostrado que el aislamiento radical detiene la propagación y facilita la curación y el control de nuevos contagios. Corea del Sur realizando, casi de manera universal, los test biológicos de contagio, además de algún ejemplo de las experiencias sanitarias chinas, ha logrado de manera eficiente y ejemplar, disminuir la letalidad al 0,7%, versus 4,5% de España, así como controlar la difusión, simplemente conociendo a quienes están contagiados.

En nuestro país, el Gobierno, en sus dependencias populistas y nacionalísticas, así como Fernando Simón, responsable de Emergencias Sanitarias del ministerio, han cometido errores e imprevisiones. Así como tolerar, autorizar, participar y alentar la manifestación del 8 de Marzo, con consecuencias expresivas como los contagios de la esposa de Sánchez, dos ministras, y el 'president' y 'vicepresident' del 'Govern'. Se ha actuado tarde y mal. No se hicieron, viendo lo de China, previsiones de mascarillas, ropas de aislamiento, respiradores para los hospitales, y kits biológicos para conocer el número de contagiados.

Como médico y ciudadano, no puedo transmitir ninguna evidencia estimulante,ni positiva, salvo la paciencia y la disciplina ante las órdenes sanitarias. Pertinente el mensaje de Antonio Machado: «Si es bueno vivir, todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo, despertar». O Neruda, citado ayer en el Telediario, a propósito del cambio de estación: «Podréis arrancar las flores, pero no detener la Primavera». Así sea o fuese.

*Catedrático jubilado de la Universidad de Zaragoza