La visita del presidente Aznar a Aragón, vamos, a la tierra de la Dolores, es decir Calatayud, le ha servido para lanzar sus últimos cartuchos antes de la despedida: los aragoneses somos insolidarios, tontos y un tanto mamelucos. No hemos comprendido las bondades del PHN ni del Trasvase y negamos los desvelos de un gobierno que aspira a templar gaitas e igualar en beneficios a las diferentes Comunidades Autónomas. A mí me hubiera gustado que Marcelino Iglesias hubiera recibido y acompañado al presidente, aunque compromisos en Bruselas lo impedían. Sin embargo, el trago, a la vista del discurso aznarista, justificaba de por sí la ausencia. En Aragón somos leales, patriotas, españoles y aragoneses, y sentimos que los últimos cuatro años del gobierno Aznar han sintonizado más con el Levante que con nuestras seculares carencias. Ver a su lado a una Luisa Fernanda Rudi que desde la distancia olvida a Aragón, salvo para cosechar votos, no es el mejor mensaje. Lo siento por esos militantes aragoneses del PP que callan pero no asienten. Afortunadamente no estuvieron en Calatayud, pero sí pensando en el Aragón de mañana, con otras parejas.

*Profesor de Universidad