Tal vez consciente de su creciente aislamiento político, el PP ha dado un paso adelante para participar en la reforma de los estatutos de autonomía, un proceso en marcha que los socialistas empiezan a diseñar con las distintas fuerzas nacionalistas y regionalistas. Así, el partido de Mariano Rajoy hizo el viernes, en un lugar de profunda simbología hispana como es San Martín de la Cogolla, una declaración solemne para reclamar al PSOE que las reformas se hagan por un doble consenso: en los parlamentos autonómicos y en las Cortes. De esa forma serían los dos grandes partidos estatales los que controlarían el alcance de los cambios, algo muy importante para el PP, especialmente en comunidades donde la reforma puede prosperar sin sus votos.

Es saludable que el PP se incorpore a los debates de reforma de los estatutos y de la Constitución y que lo haga con ánimo de alcanzar el consenso con el otro gran partido español.

Pero el lenguaje de los populares --los "intereses territoriales" deben estar supeditados al "interés general de España", proclaman-- indica que el vital entendimiento con las fuerzas llamadas periféricas será difícil.