Los enemigos de Pedro Sánchez lo consideran, además de un político sin escrúpulos, un mal táctico. Al pobre no le reconocen nada, ni siquiera que tenga buena planta. Pero los grandes objetivos de Pedro el Guapo se van cumpliendo. Sánchez consiguió dominar el partido a trancas y barrancas a base de atacar al aparato desde las bases. Desactivar el socialismo andaluz promocionando a Carmen Calvo por encima de Susana Díaz. Tumbar a Mariano Rajoy, asimismo a trancas y barracas y a base de una moción de censura. Sacar adelante su candidatura, ganar las elecciones con amplia base popular y gobernar con un ejecutivo de coalición con Unidas Podemos, que hoy, a trancas y barrancas, con la pandemia y sin Pablo Iglesias, pero en base a su apoyo parlamentario, continúa en Moncloa.

Los críticos de Pedro Sánchez, siempre avizores, sostienen ahora que acaba de cometer un grave error al enfrentarse personalmente a Isabel Díaz Ayuso, de igual a igual. En vez de hundirla atacándola, dan por hecho que ha contribuido a acercarla a la mayoría absoluta en la Asamblea de Madrid.

Al margen de su argumento y contenido, este episodio de la muy localista pre—campaña madrileña parte de un contrasentido jerárquico: ¿Desde cuándo un presidente del Gobierno se enzarza con uno autonómico? ¿De cuándo acá un general se enreda con un capitán en tabernaria pelea?

¿Habrá segundas intenciones? Más que un error táctico, sospecho que Sánchez busca reforzar a Ayuso para debilitar a Pablo Casado. Consiga o no formar gobierno, la candidata madrileña, una simpática chica de provincias con escasa formación y aires de copla, populista, terca y deslenguada, va a sacar mejores resultados que su jefe y saldrá muy reforzada tras el 4 de mayo entre los votantes del Partido Popular. De ahí a que sus asesores (José María Aznar entre ellos) la sigan impulsando hacia una cúpula del partido que bien podría acabar disputando al propio Casado en un próximo Congreso del PP, puede ser cuestión de tiempo…

Así, contribuyendo a crear otra lideresa en la derecha, la españolísima Ayuso, Sánchez y sus fontaneros intentan dividir al PP. Victoria pírrica, en todo caso, porque el sueño de ganar con el muermo de Ángel Gabilondo empieza a abandonar al más despierto.