De nuevo las noticias trágicas ensombrecen el panorama de Oriente Medio. Al dolor producido por la masacre de palestinos cometida por el Ejército de Israel el pasado día 14 de mayo, unos hechos brutales e inaceptables desde todo punto de vista, también para quienes amamos la historia y la cultura judía, se une la profunda preocupación que en tan convulsa región supone la ruptura por parte de EEUU del Acuerdo Nuclear con Irán y la voluntad del presidente Trump de aplicar al régimen de Teherán «el nivel más alto de sanciones económicas».

Las consecuencias de tan nefasta decisión no se van a hacer esperar en Oriente Medio. De hecho, es muy posible que afecte a los conflictos de Yemen, Siria en los cuales las tropas de Irán tienen presencia activa, así como una escalada de incidentes armados con Israel, máxime tras los recientes bombardeos lanzados el pasado 11 de mayo por el gobierno de Netanyahu, cada vez más reaccionario y belicista, contra objetivos iraníes en Siria, con el riesgo cierto de llegar a un enfrentamiento directo entre ambos países de consecuencias imprevisibles. Por otra parte, se incrementarán las fuertes tensiones geopolíticas y religiosas que enfrentan al Irán chiíta con los países musulmanes suníes liderados por Arabia Saudí. Así las cosas, asistimos a un vendaval de retórica anti-iraní voceado por EEUU así como por Arabia Saudí, el principal adversario musulmán de Irán, el cual, en este tema, coincide con la belicosidad de Israel hacia el régimen de los ayatollahs y sus aliados, tanto en Siria como en el Líbano. Asistimos, pues, a una alianza tácita y funesta para la paz en Oriente Medio que aúna los afanes belicistas de Estados Unidos, Israel y Arabia Saudí contra Irán del que solo se pueden esperar fatídicas consecuencias.

Pero la ruptura de este acuerdo también va a tener importantes consecuencias en la política interna persa ya que va a debilitar las esperanzas reformistas depositadas en el presidente Hassan Rohaní, el cual, reelegido para un segundo mandato el 3 de agosto de 2017, pretendía, como señalaba Luciano Zaccara, «una continuidad en el camino de la moderación tanto a nivel interno como externo», así como una cierta apertura del régimen y un mayor acercamiento a Europa. Por ello, la polémica decisión de Trump va a propiciar el auge de los sectores más conservadores y antioccidentales de Irán, contrarios a las reformas de Rohaní lo cual va a suponer una involución de la política persa, tras la cual se halla no solo el Consejo del Discernimiento, presidido por Mahmud Hashemi Shahrudi, sino también, la todopoderosa Guardia Revolucionaria (Sepah-e Pasdaran), que siempre ha mantenido una tensa relación con el Gobierno reformista de Rohaní.

Esta radicalización de la política interna iraní va a tener también consecuencias negativas en los intentos, tímidos pero existentes, de democratización interna que abanderan emergentes movimientos populares como el que pretende liberalizar las rígidas normas del islamismo chií, entre ellos, el de las acciones valientes de las mujeres de los «Miércoles Blancos», promovidas por la activista Masih Alinejad en protesta por la obligatoriedad de vestir el hijab, así como los intentos de otros colectivos que reclaman derechos civiles y libertades, tan escasos, todavía, en las tierras persas.

No menos graves serán las consecuencias de la decisión de Trump para la economía de Irán pues esta pretende malograr el objetivo de Rohaní de atraer al país inversiones extranjeras, sobre todo en el sector de la industria petrolífera, que mejorasen la situación económica del país y que permitieran crear empleo, una demanda tras la cual se hallaban muchas de las protestas populares de los últimos años.

Y es que EEUU pretende impedir que las empresas de otros países, como es el caso de la Unión Europea, tengan acceso al mercado iraní, a la vez que, por otro lado, consigue potenciar los negocios de su industria armamentística americana con acuerdos con países contrarios a Teherán, como es el caso del ratificado el pasado 24 de mayo de 2017 entre el presidente Trump y el rey Salman de Arabia Saudí. Un acuerdo militar por valor de 110.000 millones de dólares que, según se dijo, tenía por objeto «frenar la amenaza» que, para ellos, supone Irán para la estabilidad de la región pero que, también, supuso un respaldo militar en toda regla para el régimen despótico saudí.

Ante tan agitado panorama, pese al enorme error histórico cometido por la irresponsabilidad habitual que caracteriza a Trump, resulta vital mantener la vigencia del Acuerdo Nuclear, pues todas las demás alternativas posibles son radicalmente peores.

Para ello es fundamental el papel que debe desempeñar la Unión Europea si es capaz de actuar de forma firme y unida como elemento moderador tal y como han afirmado recientemente tanto Emmanuel Macron como Angela Merkel para evitar que el conflicto se descontrole y así garantizar la estabilidad en la zona. El apoyo europeo resulta también imprescindible para intentar que la esperanza reformista que, todavía, representa Rohaní pueda frenar a los sectores más ultraconservadores y militaristas del régimen. De lo contrario, una vez abierta esta nueva caja de Pandora, las consecuencias pueden ser nefastas no solo para Irán, sino también para la paz y la estabilidad en Oriente Medio y para el contexto geopolítico internacional. Aunque débil, existe aún esperanza. Confiemos.

*Fundación Bernardo Aladrén