Javier Lambán hizo ayer balance de sus dos años de Gobierno. Nadie le puede negar sus logros en servicios sociales, educación o sanidad. Aunque ha tenido sonadas meteduras de pata, como la gestión de la concertada. También se ha avanzado en logística y se han atraído a nuevas empresas a la comunidad. Pero el presidente no ha logrado resolver dos problemas que pueden torpedear lo que resta de legislatura. Sigue sin existir un marco de confianza con Podemos y por lo tanto los presupuestos de los próximos dos años están en el aire. La prórroga no debería extrañar ya a nadie. Con el futuro del liderazgo de Podemos sin resolver, se abren más incógnitas que nunca. Pero a estos factores exógenos, el líder socialista debe sumar otros endógenos, que es la inestabilidad que va a vivir el PSOE en Aragón y cuyas ondas afectarán al Pignatelli. Lambán trató de separar ayer ambos ámbitos: el Gobierno es una cosa y las primarias otra, vino a decir.

Hace pocos días filtraban desde su equipo que de perder la secretaría general convocaría elecciones. La estrategia no puede ser más errática. Es ilusorio pensar que ambas cuestiones no están íntimamente relacionadas. Lambán es consciente de que incluso puede verse obligado a cambiar su Gobierno ---por más que lo niegue en público-- con tal de intentar amarrar la secretaría general. Pero de momento conviene rebajar la tensión para allanar el terreno para un futuro acuerdo a tres bandas. Ayer ya lo hizo. Y en ese pacto cabe todo, incluido el rol de Lambán en el PSOE aragonés.

*Periodista