Parece que el Gobierno de Aragón, o una de sus áreas, está haciendo una ciudad en Pla-Za. La Plataforma Logística de Zaragoza es una pieza tan descomunal que no cabe en los mapas. Cuando se representa junto al mapa de Zgz se suele achicar un poco, porque no hay manera de encajar las dos. Pla-Za es igual de grande que la Zgz que se encuentra entre el Ebro y la Romareda. Es posible que a veces se reduzca la escala para no reconocer esta magnitud, que nos obliga a pensar doble, a cambiar el canon de siglos. Las ciudades crecían poco a poco, se iban ensanchando. Ahora esa regla se ha roto, en cuatro días hemos de saltar a otra dimensión. No sólo por Pla-Za: todos los horizontes del poblachón monegrino se dilatan hasta donde alcanza la vista, que ya es el satélite. Las formas para representar la realidad no han avanzado a la velocidad de los proyectos. No han avanzado por falta de voluntad política, no porque no haya medios técnicos y talento humano para desarrollar esas herramientas. Los políticos: A) no quieren que la ciudadanía vea la totalidad y cómo se relacionan unas piezas con otras. B) No quieren verla ellos. No quieren asumir que hay trozos de realidad que los gestionan otros entes, incluso otras personas dentro de sus propios partidos. Seguramente será una mezcla de A y B. Pero prefieren apostar por cosas decorativas o propagandísticas antes que por nuevas formas de mostrar --y manejar-- la información en tiempo real. El modelo sigue siendo el folleto. Así mantienen la ficción de la ciudad antigua, de la región cacique, en la que nunca pasaba nada, en la que todo se podía tramar desde un trastero. Quizá están asustados por la propia magnitud de las posibilidades que se abren, o por la falta de confianza en si mismos. Quizá no se lo acaban de creer.

Esa magnitud de Pla-Za ya refleja claramente --si se contempla a escala, sin distorsionar--, que allí nace una ciudad paralela, que se ha de intentar que sea complementaria. Esa megapieza --con los pisos de La Muela-- no puede ser un polígono industrial del siglo XX. Lo que no se puede hacer es captar los clientes entre los que ya se han comprometido a instalarse en la ciudad original (el Casco Viejo llega ahora hasta Vía Hispanidad). Y lo que tampoco se puede hacer es actuar a escondidas, sin explicar las cosas y sin contar con la oposición.

*Escritor y periodista