Todos son anversos y reversos. Los resultados de las generales dan para seguir diferentes líneas que no se definirán hasta que no se conozcan los resultados de municipales y autonómicas. Puede que lo más relevante que ha dejado el 28-A sea que por primera vez las derechas han sufrido en sus carnes los rigores del sistema electoral que tradicionalmente han penalizado a las izquierdas, y serán precisamente estas las que en la segunda vuelta del 26-M deberán confirmar que han entendido esta herramienta y esta ventaja que Mr. D’Hont ha puesto ahora de su parte. No se pueden fiar. De hecho, si se extrapolan los datos de estas generales, con todas las reservas y la presencia de otros actores locales, son varias las comunidades y las ciudades importantes que estando ahora en manos de la izquierda, contando al PSOE, podrían pasar a ser gobernadas por coaliciones PP-Cs. Entre ellas, Aragón y Zaragoza, donde las izquierdas vuelven a concurrir por separado.

Otro detalle que han dejado las urnas del domingo es la derrota que han encajado al unísono, cabriolas del destino mediante, expresidentes de distinto color pero con el mismo complejo de oráculo. El golpe recibido por Casado también ha ido directo al mentón de Aznar, que quizá por fin se haya entendido que lo suyo fue una etapa con principio y (lamentable) final, y nada más. No una doctrina ni una forma de vivir ni un sistema filosófico, político y económico con fieles seguidores llamados a perpetuarlo. Aznar es historia y el aznarismo una entelequia sin atadero.

Curiosamente en el PSOE ha ocurrido algo parecido, donde el notable triunfo de Pedro Sánchez ha dejado fuera de juego a quienes constantemente le han cuestionado desde dentro, es decir, felipes, guerras o rubalcabas, por no hablar de Susana Díaz. En este caso sí podríamos hablar de la existencia del sanchismo, si lo entendemos como corriente independiente que sobrevive contra viento y marea rodeada por todas partes del socialismo tradicional, académico y con aspecto de caduco.

Donde tampoco falta caspa ni las presiones de siempre es allí donde de verdad se toman las decisiones de peso. No habían pasado unas horas de que los suyos clamaran a Sánchez «¡con Rivera no!» cuando rápidamente salieron el Banco de Santander, como ariete del Ibex 35, y la CEOE a recomendarle que pactara con Ciudadanos por el bien de la estabilidad. Es decir, otra prueba más de que España va por un lado y los españoles por otro. H *Periodista