Antonio Machado escribió lo de las dos Españas y Goya pintó el cuadro Duelo a garrotazos, también denominado La riña. El escritor lo hace sobre una realidad trágica, la guerra civil (1936-1939), y el pintor unos años después de finalizada la guerra contra el francés (1808-1814) y ante la realidad de la brutal represión de Fernando VII tras su regreso del cómodo exilio bajo el amparo de Napoleón. Dos españoles queriendo retratar una forma de ser que podríamos calificar como de cainismo. Desde fuera fue un alemán, sajón de nacimiento y prusiano de ejercicio, el que definió muy bien este rasgo de nuestro carácter. El canciller Bismark poseía información sobre nuestro país como la tiene todo gobernante sobre sus posibles aliados o rivales, pero tuvo ocasión de profundizar en el conocimiento del pueblo español con la crisis que se abrió tras la expulsión de la reina Isabel II y la elaboración de la Constitución de 1869 que exigía la búsqueda de un monarca. Todas las potencias europeas hicieron sus apuestas y el príncipe Leopoldo Hohenzollern-Sigmaringen fue uno de los candidatos. Finalmente fue Amadeo de Saboya el elegido por Prim y votado en el Parlamento. La frase que Bismark ha dejado sobre el tema que estoy tratando es la siguiente: «España es un gran país. Llevan ustedes años intentando destruirlo y no lo consiguen».

El afán autodestructivo de los españoles está más que demostrado en la historia. ¿Y en la actualidad?

A poco que estemos atentos a la información internacional veremos que hay muchos países, Portugal el más llamativo, en los que gobierno y oposición han dejado para otro momento su disputa electoral. Hay cuestiones, de esas que llamamos de Estado, que unen a todos, y la crisis provocada por el maldito virus es una de ellas. Hay periódicos importantes ('Washington Post', por ejemplo) que han llegado a editorializar sobre la extraña oposición que se está haciendo en estos momentos en España. De Vox no voy a hablar, es perder el tiempo. Vayamos con PP y Ciudadanos.

Creo firmemente que sería menos dañino para España la llegada de una de las siete plagas de las que se nos habla en la Biblia que un Gobierno presidido por Pablo Casado. Este señor ha demostrado ya su más absoluta incapacidad, lo que no nos debería extrañar conociendo como conocemos su trayectoria estudiantil y el acceso a una licenciatura en Derecho que nos ofende a quienes tuvimos que esforzarnos para obtenerla. Su elección de Teodoro y de Cayetana solo son dos confirmaciones de quién es y lo que pretende. Este trío ejerce de muñeco ventrílocuo de lo que quiere decir y hacer Aznar, el del trío de las Azores, sobre cuyos gobiernos y el número de procesados por corrupción no hay mucho que añadir. Yo doy a Casado por perdido y solo espero que sean sus dirigentes sensatos, que los hay, los que lo echen y sustituyan por alguien con más capacidad intelectual y política. Si no lo hacen, entre Aznar y Abascal llevarán al PP a la irrelevancia, lo que sería un desastre para España.

En el título de este artículo he hecho un guiño a la posibilidad de una tercera España. Fue Paul Preston quien (Las tres Españas del 36) quiso poner de relieve la existencia de personas de cierta relevancia que quisieron, o soñaron, con servir de colchón entre las dos Españas enzarzadas en la guerra civil. ¿Podría ser Ciudadanos el germen de esa tercera vía? La decepción de Rivera fue inmensa pero su dimisión, gesto que le honra, así lo creo, dio paso a un nuevo tiempo. Dada la organización de ese partido, muy presidencialista, será la sustituta, Inés Arrimadas, la que defina la línea estratégica de los nuevos tiempos. Ha dado pasos inequívocos de seguir la vía Rivera, pero no tienen que ser definitivos, es normal que no quiera romper desde el minuto uno con su predecesor. Quisiera ser optimista y pensar que poco a poco, con nuevos colaboradores, su giro al centro pueda convertirse en una realidad. Yo, que no la votaré, aplaudiré con entusiasmo esa decisión, si la toma.

Si estamos hablando de las dos Españas, algo tendré que decir de la segunda, PSOE y Podemos. Mi decepción con Pablo Iglesias es absoluta. Ni fuera ni dentro del Gobierno está demostrando talla, tirando por la borda el caudal de ilusión que se generó en torno al 15-M. ¿Y Sánchez? ¿Cuál es su futuro? Yo le tengo simpatía, no lo voy a negar, pero es evidente que el desgaste en la gestión de esta crisis está siendo muy fuerte. No está de más recordar que Churchill perdió las elecciones tras la Segunda Guerra Mundial. El gran líder europeo frente a Hitler no gozó de la confianza de los británicos en las urnas. Algo similar podría ocurrirle al actual presidente, no debemos descartarlo, aunque yo no lo creo, es un superviviente.

*Militar. Profesor universitario. Escritor