En recientes declaraciones a este mismo medio, el gerente de la Expo 2008, Jerónimo Blasco, ha cifrado en un 60% las posibilidades reales de que nuestra ciudad se erija en vencedora de la votación decisiva.

Un pronóstico optimista, pero no hasta el extremo de dar la victoria por hecha. Pues no lo está, y si así fuera no debería, en buena lid, saberse. Pero olvidémonos de fantasmas y de patas de mono.

Blasco, que es un político realista, no ha podido menos que acoger con una moderada y crítica satisfacción el estallido del escándalo urbanístico que afecta a la candidatura italiana de Trieste, la que se presume como nuestra principal rival.

Al parecer, no todo el monte era orégano en las orillas triestinas, ni plata cuanto relucía en la depredadora sonrisa de Silvio Berlusconi, el primer y mejor comercial del país transalpino.

Detrás de la remodelación del Puerto Viejo podrían esconderse intereses muy distintos a los propios de una Exposición Universal, un plano de doble fondo, un espectáculo trucado, un puente de oro hacia la especulación. Los señores comisarios internacionales han dispuesto de cuantiosa información sobre estas anomalías, sobre la futura y oscura proyección de la candidatura italiana. Es de suponer que habrán tomado buena nota, y que sopesarán esos elementos a la hora de emitir su veredicto.

Hábilmente, Blasco, al tiempo que fustiga a nuestros frontales adversarios, y recuerda que algunas de las precedentes sedes fracasaron por no haber hecho a tiempo o bien sus deberes urbanísticos, elogia la tercera opción en liza, esa casi olvidada Salónica que no ha brillado en las presentaciones mediáticas, pero que sigue ahí, dispuesta a llegar hasta el final, y quién sabe si a dar la sorpresa.

El gerente zaragozano, demostrando sentido de la estrategia, y hasta un cierto maquiavelismo, asegura que el proyecto helénico es serio, sólido, y que su ciudad de destino, Salónica, tiene el tamaño justo para albergar la muestra.

A la hora de evaluar el trabajo realizado hasta la fecha por el equipo de Expo-Zaragoza, su responsable no vacila en defender y alabar la larga campaña librada en favor de nuestras opciones. Nunca antes, sostiene, Blasco, se habían visitado, uno por uno, todos los países miembros del BIE. Esa peregrinación en busca de nuestro particular El Dorado debería dar, en teoría, sabrosos frutos, y más teniendo en cuenta que el resto de las candidaturas no ha operado con tanta diligencia en ese campo como nuestra embajada diplomática.

Poco más, a dos semanas justas de la fecha grande, se puede hacer ya. Nuestros equipos se concentran en ultimar todos los detalles de la comparecencia decisiva en París, en garantizar a los zaragozanos que la representación institucional, encabezada por el gobierno español, en la persona de su vicepresidenta, y con toda probabilidad de varios ministros, estará a la altura.

Animo, en fin, serenidad y buen rollo. Y si se pierde, mala suerte. No por eso se caerá el mundo, ni dejaremos de mirar hacia el futuro.

*Escritor y periodista