Conste que los conservadores (incluyendo entre ellos a Cs, por supuesto) no solo tienen todo el derecho del mundo a pactar entre ellos, sino que hacerlo es casi su obligación. En estos últimos meses, las masas derechistas, votantes, tertulianos, periodistas, cuadros y altos dirigentes han descubierto por fin que las elecciones no las gana el que más votos obtiene, sino el que cuenta con mejores opciones para negociar y acordar mayorías. Después de tanto escandalizarse ante los «pactos entre perdedores», los «cambios de cromos-sillones», el Okupa y los gobiernos Frankenstein, el trío de Colón ha pasado a optimizar tales prácticas y alguna más. Ahora son ellos quienes apañan instituciones tras perder las elecciones, se disputan los cargos con un ardor inusitado y ya barajan futuras mociones de censura como una manera de zigzaguear en la ruta hacia el objetivo esencial y natural de cualquier político: el poder.

Todo esto es legal, legítimo y coherente. Nunca es tarde para aprender y rectificar. Claro que sí, buenas gentes. Lo que ha dejado al personal estupefacto es el esperpento que han montado las derechas a la hora de pactar. Bueno... si es ese el verbo que conjugan. Jamás en la vida (y mira que ha llovido) se había visto un espectáculo tan grotesco: acuerdos indefinidos e indefinibles, negociaciones triangulares sin triángulo, chantajes, faroles, mentiras, traiciones y un centralismo madrileño insoportable que convierte a las demás autonomías y ayuntamientos, ahora en juego, en meros objetos ajenos a la voluntad de sus diputados y concejales (y de los desconcertados votantes). La desvergüenza, la sumisión y sobre todo la ambición alcanzan el paroxismo.

¿Frankenstein? Un científico majara que reciclaba cadáveres. No le llega ni a la altura del borceguí al conde Drácula, el aristócrata chupóptero capaz de cualquier travestismo y de amorrarse a cualquier pilón con tal de mantener su tren de vida. Eso sí, con las derechas hispanas nos estamos divirtiendo. Y espera que empiecen a gobernar. En este plan, su gestión será la monda.