El BCE quiso dar el jueves una nueva demostración de independencia. Pese a los consejos y las presiones de todo tipo de instituciones y expertos para que adopte medidas contra la baja inflación, Mario Draghi, su presidente, defendió públicamente las decisiones adoptadas de forma unánime por los miembros del consejo del instituto emisor. Para empezar, el riesgo de deflación, que es lo que podría sobrevenir si la baja inflación se prolonga, es limitado. Incluso hay razones estacionales que explican la moderación de los precios. Pero, por encima de todo, Draghi quiere ser ortodoxo porque lo que más puede minar la confianza de los mercados en Europa, dice, es la falta de respeto a las reglas que el propio BCE se ha dado. Aunque tiene la misión de mantener la inflación en torno al 2% --ahora está en el 0,5%--, no puede hacerlo a cualquier precio. Bajar aún más los tipos de interés puede generar burbujas, como se ha visto en la historia reciente. Habrá que esperar a ver los efectos de las vacaciones de Semana Santa en los precios y a la próxima reunión del BCE para conocer el desenlace.