Ver drones en el paisaje urbano o rural se ha convertido en algo habitual en el último año. Su presencia está creciendo de forma acelerada y sus usos se amplían cada vez más. ¿Qué hay detrás de este crecimiento? Veamos cómo se está desarrollando este sector, cómo se van introduciendo en el mundo de los vehículos autónomos y también si existe algún riesgo a tener en cuenta en su utilización.

Hace unos años usar un dron era material de una película de ciencia ficción. Hoy en día son parte de las herramientas de uso diario en muchas profesiones. Pongamos algunos ejemplos. La combinación de uso de un teléfono móvil y un dron es quizá la que ha tenido un impacto más generalizado. Seguramente habrá visto imágenes aéreas espectaculares en alguna red social. En la mayoría de los casos están grabadas desde un dron. El sector audiovisual es uno de los grandes usuarios de estos dispositivos. Es de lo más habitual en el mundo del cine, la televisión y la publicidad. Ahora que venimos de terminar la época estival, el sector turístico se ha beneficiado también de su uso, ofreciendo imágenes espectaculares de los diferentes destinos, que ofrecen vistas memorables para convencerles de que es el mejor lugar para su descanso vacacional. Este uso no es únicamente profesional, sino que para algunos forma parte de sus aficiones. Quizá tiene entre sus amigos a algunas de las personas que se han comprado un dron para grabar imágenes fascinantes de sus últimas vacaciones.

Los medios de comunicación incluyen de forma habitual noticias sobre el uso de drones. Hemos leído que Amazon va a utilizar drones para entregar paquetes en zonas rurales en EEUU y que algunas oenegés los utilizan para distribuir medicamentos y vacunas en diferentes países africanos. Incluso los hemos visto abriendo informativos con noticias internacionales como la de un ataque por un dron al presidente venezolano Nicolás Maduro; o la noticia de una base aérea rusa atacada por drones en Siria.

Si seguimos con las diferentes aplicaciones de los drones, se pueden mencionar sus usos: en situaciones de emergencia con difícil acceso; en la búsqueda de personas; en la vigilancia fronteriza, sobre todo en el control de actividades ilícitas; en zonas rurales para el seguimiento de los rebaños o para vigilar a cazadores furtivos. También se han utilizado con finalidades artísticas. Por ejemplo, a finales de agosto, el cielo de Ámsterdam se iluminó gracias a un espectáculo artístico en el que participaron 300 drones. Incluso se ha inaugurado un aeropuerto para drones en Ruanda, diseñado por el famoso arquitecto Norman Foster.

Estos vehículos aéreos no tripulados como parte del universo de los vehículos autónomos también han llamado la atención. De hecho, en la última edición del Mobile World Congress, ya vimos un prototipo de dron taxi y además se anunció posteriormente su futuro uso en la ciudad de Dubái. Los llamados «taxis voladores» con despegue vertical formarán parte de la vida de las grandes ciudades en un corto espacio de tiempo, especialmente con la llegada de la tecnología 5G.

El uso masivo de drones no les exime de presentar algunos inconvenientes. El primero, uno que comparten con otros dispositivos móviles: la duración de las baterías de litio. Esto limita la autonomía de estos aparatos. Se están probando algunos nuevos materiales que podrían aportar la solución como el grafeno o las pruebas con el hidrógeno.

El segundo se encuentra en delimitar bien el uso de estos aparatos. La nueva normativa española, que entró en vigor a finales de diciembre del 2017, amplió a cinco los escenarios operativos de estas aeronaves no tripuladas. Desde entonces pueden volar también en las ciudades, siempre y cuando cumplan con los requisitos de seguridad exigidos por la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA). Un último aspecto más práctico. La falta de atención en su uso puede crear ocasiones de riesgo. Estar pendiente de un dron mientras se realizan otras tareas puede traer consecuencias no deseadas. La seguridad debe estar en primera línea. En poco tiempo, los drones serán uno más en el ecosistema de la sociedad digital, sobre todo cuando la tecnología 5G se empiece desplegar a partir del 2020.

*Profesora de universidad