Sé que a Pablo Echenique le resbalan las metáforas que puedan recordar de alguna forma su discapacidad. Un tío tan echado p’alante, tan seguro de sí mismo y tan rápido puede ir como una moto en silla de ruedas, o convertirse (como ha hecho) en el político aragonés más relevante y conocido en el resto de España.

El milagro Echenique ha consistido en que un secretario general de Podemos-Aragón y jefe de filas de su grupo en las Cortes se haya convertido en pieza esencial de su partido (secretario de Organización, en lo más alto de la cúpula) sin haber tenido que demostrar nada ni en el ámbito parlamentario ni en el terreno de la creatividad programática ni siquiera en su función orgánica primigenia. Pertrechado de un limitado catálogo de lugares comunes y generalidades izquierdosillas (aunque algunos sostienen que nuestro protagonista no es, en verdad, un hombre de izquierdas), Pablo ha subido como la espuma, se ha hecho muy popular en los medios de alcance nacional y ha logrado clamorosos éxitos en el terreno de la comunicación política. Todo ello mientras realizaba una pirueta increíble (¡otra vez la metáfora inconveniente!) pues primero fue crítico con Iglesias y la dirección, a la que llegó a enfrentarse en nombre de la democracia interna y la autonomía de la militancia; pero luego ha acabado integrándose en el círculo más próximo a su tocayo, el jefe, y en el martillo de cualquier hereje que pretenda desafiar el centralismo democrático que va instalándose en el podemismo. Y todo ello sin haber leído, creo yo, las obras escogidas de Lenin.

Echenique no nos deja aquí gran cosa: una sede muy chula en el Tubo de Zaragoza, un partido que ha perdido chicha y debe improvisar su nuevo liderazgo... y un vacío absoluto en lo que a propuestas se refiere. Nunca contó (no pudo o no quiso) con un equipo potente. Por eso su relevo va a ser complicado e incierto. Sobre todo porque la participación de los militantes ha ido hacia abajo y la división interna hacia arriba. Pero él está ahí: como una metáfora del triunfo de la voluntad.