He entrecomillado en el titular de la columna la frase del coordinador de Podemos en Aragón, Nacho Escartín, porque por sí sola resume la derrota, la desorganización, el desconcierto y el caos de una formación de izquierdas que ha perdido lo mejor de la izquierda y ganado lo peor de la derecha. Porque el comportamiento de Pablo Iglesias está siendo el de un caudillo.

Atrincherado en su casa-palacio, rodeado de su señora, a la que ha designado sucesora, y de su círculo de fieles, entre los cuales el aragonés Pablo Echenique, Iglesias aparece hoy ante la opinión como la caricatura de un líder.

El día después de la debacle electoral, no lo quieren en ningún sitio. Sus coordinadores municipales y autonómicos dan la espantada, como ya la dieron antes los alcaldes del cambio, Colau, Carmena, Santisteve o Kichi.

En Aragón, donde Iglesias apenas ha hecho campaña, ni siquiera tuvo en la última noche electoral la decencia de llamar por teléfono a su candidata Maru Díaz, una falta de respeto y de educación difícil de explicar e imposible de justificar. Pero es que no sólo don Pablo, el jefe morado, se está escaqueando o dando la espalda a sus lívidos compañeros/as de Aragón. Es que el otro Pablo, Echenique, su acólito, tampoco ha tenido la gallardía de dar la cara en su tierra, ante sus colegas y los votantes que le van quedando. Amparado en su escaño-foso y en la casa-palacio del boss, Echenique ha pasado de ser el político aragonés con más influencia nacional a un serio problema para los suyos.

Quienes, hartos de su pésima organización, de su inasistencia, de sus silencios y desdenes, y habiendo concluido que los problemas estructurales de Podemos tienen difícil solución mientras no cambie su esclerotizada jerarquía y su filosofía centralista, están dispuestos a independizarse de la marca nacional, siguiendo la senda de Errejón.

El líder aragonés, Escartín, ya ha anunciado la apertura de un proceso previsiblemente encaminado a ganar autonomía, incluso a independizarse por completo de una dirección nacional autoritaria e incompetente.

Es el camino.