Los datos del crecimiento de la economía del primer trimestre de este año que ha difundido el Instituto Nacional de Estadística tienen la virtud de que no se van a discutir: se produjeron cuando gobernaba el PP y se conocen cuando la dirección económica del país corresponde al PSOE. Entre enero y marzo la economía española ha crecido un 2,8% y se han creado 343.000 puestos de trabajo, gracias al crecimiento sostenido del consumo de las familias y al dinamismo del sector de la construcción.

El principal dato negativo de estas cuentas del INE es el progresivo deterioro de la balanza comercial. España importa cada vez más y exporta cada vez menos, lo que indica un problema grave de competitividad del sector industrial, que sigue perdiendo más puestos de trabajo de los que puede crear. Es en este apartado donde se abre la divisoria entre el Gobierno del PP y el del PSOE. El crecimiento basado en el consumo y en la construcción, gracias a los bajos tipos de interés que ha propiciado el euro, no será el motor del crecimiento por mucho tiempo. El modelo no tardará en agotarse por su alta dependencia de la economía internacional, como lo prueba el riesgo de que siga subiendo el precio del barril de petróleo.