Tras dos años de gestión desde las últimas elecciones municipales, el balance que se puede establecer en los ayuntamientos de las tres capitales de provincia aragonesas es variopinto. Mientras Huesca y Teruel, con diferentes composiciones, mantienen la gobernabilidad sin grandes sobresaltos, en Zaragoza, la actividad política del consistorio vive en el conflicto permanente. Se ha pasado el ecuador, quiere decir que todavía queda otro tanto.