Sin seguidores, el mal no puede propagarse. La frase es el del señor Spock, el famoso personaje de 'Star Trek' que tan bien interpretó el fallecido Leonard Nimoy. Nuestro doctor Simón comparte con él una tendencia a concentrar el despliegue de su nariz con la cascada de sus cejas, que fluyen hasta el nacimiento de sus respectivos frontispicios nasales.

Si las miradas de ambos protagonistas inspiran confianza, sus cejas imponen seguridad. Son las dos palabras que más necesitamos en momentos de incertidumbre porque, unidas, transmiten tranquilidad en medio de la zozobra. En psicología conocemos bien los efectos que tiene sobre nosotros la privación sensorial individual. Un breve período de tiempo de aislamiento puede ser relajante. Pero si nuestro organismo deja de percibir estímulos variados con regularidad, comienzan los problemas. La privación sensorial sostenida produce alucinaciones y efectos similares a los que surgen tras la ingestión de sustancias psicotrópicas. Así lo detalló el escritor británico Aldous Huxley. El autor de Un mundo feliz experimentó, en sus propias carnes, el efecto de la ingestión de alucinógenos como la mescalina. Sus viajes alumbraron otra de sus famosas obras, Las puertas de la percepción. Texto que dio nombre a la famosa banda The Doors. Los estudios sobre estados alterados de consciencia muestran similitudes neurofisiológicas cerebrales, entre experiencias tan diversas como tomar drogas, sufrir alucinaciones esquizofrénicas, la meditación, las experiencias místicas religiosas, la falta de sueño o la privación sensorial, entre otras. Vamos que entre la ebullición de los neurotransmisores que debía tener Santa Teresa y la que podemos sufrir cualquiera, cuando nos aíslan sensorialmente del resto del mundo, hay un gran parecido. ¿A que da juego la coincidencia?

Las condiciones de aislamiento social, el llamado confinamiento, han sido menos estudiadas. Lo más parecido que hemos visto han sido las experiencias que intentaban preparar a grupos reducidos de personas para pasar un largo periodo en una posible misión espacial. Sin duda, esta situación crítica global constituye el mayor experimento sociológico que se pueda diseñar para conocer la capacidad de respuesta humana ante una amenaza planetaria. Quizás sea el momento de explicar a nuestros hijos que su casa es hoy una pequeña nave espacial. En el exterior hay pequeños aliens con corona que nos acechan. Cada domicilio se ha convertido en una cápsula tripulada en forma de vida que busca la vida. En el silencio de ese viaje estelar coincidimos cada día con tripulantes en otras naves que aplauden y se comunican entre sí. Lo hacen recuperando ancestrales técnicas del pasado tan eficientes como humanas. El lenguaje en código Morse, de los aplausos y las luces, expresa sentimientos con más cercanía que las palabras. Ese ritual de apoyo y autoayuda, al mismo tiempo, refleja que los 'influencers' éramos todos nosotros.

Esta semana habló el Rey y tuvo como respuesta una cazarolada cívica. El Rey le ha quitado la paga que le damos todos y no quiere abonar el impuesto de sucesiones. Ni el económico, ni el borbónico. Esperemos que sus nietas tampoco. Cobra sentido el nombre del navío real de referencia en las regatas, el 'Bribón', que hasta ahora siempre ganaba. Felipe intenta salvar la institución matando regiamente a su padre. La tragedia ya la había escrito Sófocles, paisano de doña Sofía, hace 2.450 años. Nuestro actual Edipo VI tiene el reto de evitar que la epidemia no se convierta en un coronavicidio real. Pedro Sánchez estuvo en el Congreso. Explicó el mayor plan de ayuda económica y social de nuestra democracia para hacer frente a la pandemia sanitaria, social, económica, cultural y laboral que nos acecha. Lástima que para escuchar sensatez mancomunada en el hemiciclo hagan falta calamidades tan serias. Pero los mejores aplausos se los llevó Valentina. La ujier de las Cortes simboliza el esfuerzo y el sacrificio de la España que trabaja y nos saca adelante con dedicación. Volvimos a ver en esa mujer a nuestra querida Valentina, la inteligente heroína de Los Chiripitifláuticos. En la soledad plenaria ella era sanitaria, dependienta, camionera, policía, limpiadora, militar etc. Todo lo que hoy mueve y cuida nuestro país.

En Aragón lloró, en plena rueda de prensa, el gerente del Salud, Javier Marión. Tan saludables pueden ser las sonrisas como los lloros en la vida pública. La humanidad de la política debería estar más cerca de la política de la humanidad. Necesitamos a los mejores contra el virus, así que vuelve José Luis Trasobares a la web de este diario. Temblad bichos. Estamos ante la primera amenaza planetaria de la que somos conscientes como civilización. Y la respuesta solo puede ser común o no será. No hay virus chinos o vacunas yanquis. O viceversa.

Hoy se celebra el Día Mundial del Agua. A nosotros nos piden que nos lavemos las manos mientras que tres mil millones de personas no tienen manera de hacerlo. Hay retos, oportunidades y futuro para la humanidad, si somos solidarios. Solo depende de nosotros mismos.

*Psicólogo y escritor