Conversaba hace poco con un famoso editor literario, persona de mucho poder, capaz de encumbrar a un autor y también de despeñarlo, cuando, a tenor de las cosas que me decía, empezó a parecerme que era un doble, que lo habían cambiado. Ya no era aquel joven profesional a quien conocí hace años, lleno de utopías y de un sincero amor por la literatura, alguien con quien poder hablar de Kafka o de Buñuel, sino una especie de comprador y vendedor de libros que había reducido el material de su trabajo, o de sus sueños, a simple mercancía.

«El problema es que antes os gustaba la alta costura, y ahora apostáis por el prêt-à-porter», le solté. No pareció entenderme y me expliqué: «El problema es que antes apostábais por los autores, y ahora tan solo por los fenómenos de temporada». Tampoco pareció comprenderme del todo y seguí traduciendo: «El problema es que antes tú y yo hablábamos de Lawrence Durrell y ahora quieres que hablemos de Belén Esteban».

El mercado, con su voracidad, no solo está devorando, prostituyendo a estos grandes editores, también degrada el gusto popular.

Para protegerlo, conviene hoy más que nunca seleccionar nuestras lecturas. Consultar, para ello, los catálogos de aquellas pequeñas editoriales que siguen fieles a la calidad. Sellos como De Fausta, Al Revés, Versátil, Cazador de ratas, Reino de Cordelia, Tropo, Acantilado, Maeva, Candaya, Libros del Innombrable, Alpha Decay, Ediciones del Viento, Menoscuarto, Libros del Zorro Rojo, Renacimiento, Astiberri, Impedimenta, Talentura y, en esta línea de creatividad y calidad, hasta los sesenta sellos que han participado en los últimos ENDEI (Encuentros Nacionales de Editoriales Independientes), una meritoria iniciativa de los escritores Pablo Sebastiá y Patricia Artero. Cuatro de los Encuentros han sido celebrados en Castellón, con apoyo de su ayuntamiento y diputación provincial, y uno, el del año pasado, en Ejea de los Caballeros, con soporte del Gobierno de Aragón. De estos encuentros, protagonizados por editores, autores y profesionales del libro, han surgido treinta nuevas publicaciones.

Hay, por lo tanto, esperanza en el mundo de las letras.