Que la educación supone un pilar fundamental en nuestra sociedad está fuera de toda duda, desde los ciclos preescolar y de primaria a la formación superior e, incluso, como hoy ya es norma, a lo largo de toda la vida, hasta el punto de que la formación continuada ha dejado de ser una opción restringida para convertirse en un requisito de casi obligado cumplimiento. Siendo ello así, cuando un docente se jubila ha atesorado una infinidad de conocimientos teóricos y, lo que es más importante, pedagógicos, que se desperdiciarían lamentablemente de no existir algún programa diseñado para aprovechar su dilatada experiencia. Pues este es, exactamente, el objetivo implantado por la Universidad de Zaragoza a través del proyecto Mirrors : poner en contacto a los estudiantes de los últimos cursos del Grado de Magisterio con maestros retirados que les puedan transmitir sus vivencias y recursos, para abordar los problemas cotidianos que surgen en la práctica de la enseñanza, tanto mas en cuanto que durante las etapas iniciales de la educación, la relación con los padres de los alumnos y el propio entorno constituyen factores de un enorme peso específico, con los que el profesorado habrá de lidiar con mucho tacto y habilidad si pretende alcanzar el éxito en su sagrada misión. La educación se manifiesta en este caso con toda su inmensa complejidad, lo que requiere también un caudal extraordinario de talento y recursos, lo cual desborda los mejores y bien intencionados propósitos. La función esencial del educador de niños y adolescentes no es propiamente transferir conocimientos, sino motivar, enseñar a aprender y encauzar al alumno para que este pueda, por sí mismo, desarrollar toda su capacidad de aprendizaje. Para ello, todos los medios son pocos y no se puede dilapidar ninguno, aún menos la experiencia docente. H