El lingüista y sociólogo búlgaro Tzvetan Todorov publicó recientemente La pintura de la Ilustración: De Watteau a Goya, libro en el que entre otros aspectos destaca que es sobre todo en la obra de Goya donde se detecta el tratamiento de los niños en sí mismos, y no como hombres o mujeres incompletos. Así se observa por ejemplo en el emblema que el ministro Godoy le encargó al artista de Fuendetodos en 1806, para su Real Instituto Militar Pestalozziano, en Madrid; una Academia Militar en toda regla. Resulta curioso, no obstante, que Goya hubiese estudiado en su juventud en el colegio de los Padres Escolapios, en Zaragoza, y que el fundador de las Escuelas Pías, San José de Calasanz, hubiese abierto en Roma --en el año 1597-- la primera escuela popular y gratuita para niños pobres. Es decir, siglo y medio antes de que naciese Pestalozzi, cuyos fundamentos pedagógicos son calcados, aunque mucho menos ambiciosos, que los del pedagogo aragonés.

Calasanz, al igual que Cicerón, era de la opinión de que la docencia no tiene otro fin que conducir (educar) a los niños hacia la verdad, por lo que denominó a sus maestros y sacerdotes escolapios "cooperadores de la verdad".Una idea que fraguó a finales del siglo XVII con el pensamiento ilustrado, basado en el desarrollo de las ciencias y la generalización de la actividad educativa de todos los niños, independientemente de su condición social. De este modo, el principio de igualdad de oportunidades comienza a considerarse como un valor necesario de la nueva sociedad, y la educación el medio para conseguir la felicidad.

Surge de este modo el saber filantrópico, basado en el desarrollo armónico de la Humanidad, para cuya consecución surgen nuevas asociaciones, integradas por personas de muy diversos ámbitos y condiciones sociales, unidas por un mismo afán de progreso. Es el caso de la "Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País", fundada en 1776, y en torno a la cual gira la magnífica exposición Pasión por Aragón, cuyo comisario es el historiador Domingo Buesa, y que permanecerá abierta hasta el 8 de enero en el Patio de la Infanta de Zaragoza. Por cierto que el lema de la Sociedad Económica Aragonesa fue, desde sus inicios el de "florece fomentando", el cual se dibuja adornando un árbol, símbolo de la vida.

Idea esta ya bien fundada en dos grandes clérigos y pedagogos del XVI (los dos por cierto oscenses --el uno de Fonz--, Pedro Cerbuna Negro, a quien se debe la fundación de la Universidad de Zaragoza, y el otro, que ya hemos visto, de Peralta de la Sal --San José de Calasanz--, quien a partir de 1597, popularizó e hizo universal la gratuidad de la enseñanza, para que de este modo también los niños pobres pudiesen acceder a la educación.

En un interesante y reciente artículo, la escritora aragonesa Magdalena Lasala, recordaba que a finales del siglo XVIII, la mayoría de familias aún no comprendía la importancia de que los niños fuesen a la escuela. Y que fue iniciativa conjunta de la Sociedad Económica, y de los Padres Escolapios, la apertura, en 1784, de ocho escuelas de primeras letras, gratuitas y mixtas (algo revolucionario para la época) en distintos barrios de Zaragoza, empezando por el de Peñaflor. Hace solo unos días la niña pakistaní Malala Yousafzai se convertía en la persona más joven en recibir el premio Nobel de la Paz. Ella fue víctima en 2012 de un atentado terrorista talibán, en su país, cuando regresaba de la escuela. Logró sobreviviry ahora proclama, como lo hizo San José de Calasanz en 1597, que "un maestro, un libro, y un lápiz pueden cambiar el mundo". Los más de cien niños y sus profesores asesinados el pasado 17 de diciembre en la ciudad pakistaní de Peshavar,por terroristas talibán,también pensaban que es posible alcanzar un mundo en el que reine el amor y la felicidad. Así lo entendieron también los más de tres centenares de niñas católicas secuestradas por el grupo terrorista Boko Haram en Nigeria. Una verdad que también sabían los 40 estidiantes de Magisterio que fueron asesinados hace apenas dos meses en Méjico por narcoterroristas.

Sólo la ignorancia de quienes habitan en las tinieblas y por tanto están alejados de la luz de la verdad, puede ser fuente del odio inmisericorde que alimenta a quienes nada saben de amor, para imponer el miedo asesinando a los seres más bellos del mundo: niñas y niños inocentes, de quienes Santa Teresa de Calcuta dijo que "son como las estrellas. Nunca hay demasiados". Historiador y periodista