Muchos de nosotros somos conscientes de la dificultad de conseguir un contrato laboral permanente (o indefinido). Este es un fenómeno que en España afecta a mucha gente, y no solo a los jóvenes y a la gente con pocos estudios, sino prácticamente a todas las capas de población. Por ejemplo, conozco a médicos que llevan años firmando contratos cada tres o seis meses, profesores universitarios a tiempo completo que consiguen su plaza fija con 40 o 50 años o trabajadores del sector de los servicios que en toda su vida laboral nunca han tenido un puesto permanente.

El impacto de los contratos temporales resulta difícil de cuantificar empíricamente, porque hay muchas características implicadas, tanto del trabajador como del tipo de empresas, pero en un estudio publicado recientemente, J. I. García Pérez, Ioana Marinescu y yo misma estudiamos el efecto a corto y largo plazo de la liberalización de los contratos temporales. Antes los contratos temporales estaban limitados a empleos que tuvieran una clara naturaleza estacional, pero en 1984, el recurso a los contratos temporales se liberalizó y empezaron a utilizarse para cualquier tipo de trabajo. A partir de aquella reforma, los contratos temporales han experimentado un crecimiento exponencial y ninguna de las reformas posteriores para limitar su uso ha tenido éxito. Así, en la actualidad, la tasa de temporalidad -contratos temporales/contratos totales para los asalariados- supera el 25%, y más del 90% de todos los contratos nuevos firmados cada año son temporales.

En nuestro estudio comparamos las cohortes de trabajadores que entran en el mercado laboral antes de 1984 (que tienen una probabilidad más baja de tener un contrato temporal) con los que entran después de la liberalización de los contratos temporales, que tienen una probabilidad mucho más elevada de tener un contrato temporal. A corto plazo, parece que la liberalización de los contratos temporales se traduce en un aumento de la probabilidad de encontrar trabajo antes de los 19 años. Sin embargo, a largo plazo (27 años), se observa que los trabajadores que entran en el mercado laboral cuando se liberalizan los contratos temporales acumulan unos 10 días menos de trabajo por año y unas pérdidas salariales anuales del 9,8%.

¿Son importantes estos efectos? Comparémoslos con los efectos de la crisis del 2008, que creo que todos tenemos muy presente. Durante aquella recesión, las pérdidas salariales fueron del 22% de media, por lo que los efectos de los contratos temporales representan la mitad de los efectos de una gran recesión que hizo que la tasa de paro pasara del 8% antes de 2008 al 27% en 2013.

Podemos preguntarnos a qué se debe este importante deterioro profesional. Según nuestro estudio, los trabajadores que entran en el mercado laboral cuando los contratos temporales están liberalizados acumulan muchos más contratos temporales a lo largo de su carrera laboral y, por tanto, experimentan una menor progresión profesional y reciben menos aumentos salariales a lo largo de sus carreras. Estos resultados coinciden con otros estudios que demuestran que las tasas de transición de los contratos temporales a contratos permanentes son muy bajas en España; es decir, cuesta mucho pasar de un contrato temporal a un contrato permanente y muchos trabajadores se quedan atrapados en una espiral de temporalidad con poca progresión profesional.

Estos efectos, por sí solos, son muy importantes, tanto para los trabajadores como para la economía en general, pero son solo la punta del iceberg. Muchos de nosotros lo hemos experimentado personalmente: quedar atrapado en la temporalidad afecta a muchos otros aspectos de la vida, como la ansiedad, la frustración, la desmotivación laboral o incluso las posibilidades de llevar una vida independiente y autónoma (desde pedir una hipoteca hasta decisiones más personales, como formar una familia).

Acabaré recordando que en estos momentos hay sobre la mesa varias propuestas de reforma del mercado laboral que tienen como principal objetivo limitar el uso de los contratos temporales. Son propuestas sustancialmente diferentes a las anteriores y con mayores posibilidades de éxito. A la vista de los claros resultados de la sobreutilización de la contratación temporal, pues, es simplemente una cuestión de voluntad política que afectaría de manera positiva varios elementos de la economía y, seguramente también de las relaciones personales.

*Profesora del Departamento de Economía de la UB.