Asistir los avatares cotidianos de la vida con la mente equilibrada, ya es un mérito, hacerlo en esta etapa de pandemia que nos toca vivir, en la que se nos ha trastornado lo que nos mantenía en una situación aceptable, es una proeza. Sabemos que hay muchos ciudadanos en situaciones muy críticas, desde la pérdida de seres, enfermedades, hasta la ruina económica, para ellos conseguir mantener la mente en su sitio sin caer en una patología mental, es puro milagro. Y pobres de aquellos que guardaban en el trastero sus fobias y derivados, estas vuelven a subir a las estancias medio confinadas para encontrar su sitio. Es por ello que los conflictos de convivencia personales, sobre todo de pareja, se han agravado, los desequilibrios que ya existían, pero se mantenían apaciguados, brotan cual esquejes en huerto y, dependiendo del cariz de la persona, el deterioro y el perjuicio pueden tener efectos secundarios que necesitan asistencia sanitaria vital.

La insuficiente atención sanitaria en nuestro sistema público de las patologías psíquicas en Aragón es un hecho desde hace décadas, la falta de personal como psicólogos y psiquiatras lleva a realizar tratamientos exprés a base de fármacos que, en muchos casos, se podrían solucionar con otras terapias alternativas más efectivas y mejor adecuadas, esto conduciría a la necesaria dedicación de mayor tiempo al paciente. Es un hecho que sucesivamente lleva denunciando la comunidad sanitaria. Si desde los gobiernos no se invierte en lo esencial como es la salud para mantener unos servicios de asistencia imprescindibles, el deterioro de nuestra sociedad será inminente en poco tiempo, si no lo es ya.

¿Qué podemos hacer nosotros, mientras llega la ocasión de cambiar el 'establishment' con la opción de nuestros votos? Buscar recursos propios para tener la mente ocupada fuera de la onda covid de los acosadores telediarios y fortalecernos con lo que nuestra cultura nos proporciona como es el cine, el teatro, disfrutar con joyas como 'Divinas palabras' de Ramón Mª del Valle-Inclán, estrenada la pasada semana en el teatro Principal, o sumergirse en el Montmatre más bohemio en CaixaFórum o conocer la extensa colección de obras de arte de Telefónica en la exposición 'Destacados' en La Lonja de Zaragoza. Todos los actos que se puedan ver presencialmente son muy recomendables, los que se programan online como conferencias, coloquios… etcétera, siendo que son necesarios para seguir aportando conocimiento, no proporcionan la misma cercana comunicación que en una sala dispuesta para ello, complementarlas de manera presencial con aforo limitado, sería una buena opción.

Salir un rato, fuera de la gusanera -como diría nuestro entrañable Labordeta- es terapéutico, es compatible con la ficticia normalidad que padecemos. Activar una manera, la que sea, de autoprotección y supervivencia, en la que se incluye guardar nuestras propias medidas sanitarias, nos ayudará a sobrellevar esta situación, si además quienes tienen que ayudar son diligentes, trabajadores y gobiernan con sensata honestidad sin armamento político y no se dedican a ser unos farandules, podremos llegar a conseguir ese deseado estado del bienestar que por derecho nos pertenece y que estamos perdiendo.